MuyLinux Eduardo Medina  

Cinnamon y la virtud del equilibrio

Cinnamon

Desde hace dos décadas la rivalidad en el sector de los entornos de escritorio en GNU/Linux ha estado liderada por GNOME y KDE. Con el paso de los años, sobre todo tras el lanzamiento de la primera versión de GNOME 3, los conceptos que han manejado han ido diferenciándose cada vez más, hasta el extremo de que se pueden considerar como opuestos en la actualidad.

Por un lado tenemos actualmente a Plasma 5, que mantiene el concepto original de KDE, el de ofrecer un entorno potente, flexible, muy personalizable y con cientos de posibilidades. Si bien KDE 3 no era un prodigio de diseño, con opciones repetidas en distintas secciones y con iconos similares que hacían funciones diferentes, con el paso de los años ha ido puliendo esos aspectos hasta ser en la actualidad un producto brillante a todos los niveles.

En el otro extremo tenemos a GNOME, que voy a contar a partir de la versión 2 porque la primera no la he usado. Al contrario que KDE, GNOME siempre ha intentado ofrecer algo con una disposición más sencilla, con menos posibilidades, pero igualmente con un nivel de personalización y posibilidades bastante grande. Desde la publicación de la tercera versión, los desarrolladores han intentado ofrecer un entorno lo más minimalista posible, hasta el punto que para muchos su implementación vanilla se queda corta como entorno de producción, más ahora que han quitado los iconos del escritorio y el área de notificación.

La situación creada por Plasma 5 y GNOME 3 ha dejado a muchos usuarios en medio de la nada, ya que para ellos el primero resulta demasiado cargante y el segundo se les queda corto. Aquí es donde entra en juego Cinnamon, un entorno creado a partir de una bifurcación de GNOME 3 con un objetivo claro, el de recuperar las virtudes de GNOME 2 para presentarlo por defecto en una disposición tipo Windows.

Escritorio Cinnamon con Linux Mint

Debido a que mantiene en buena medida las virtudes de GNOME 2, Cinnamon se convierte en la perfecta salida intermedia entre GNOME 3 y Plasma 5, ofreciendo una disposición del entorno simple, clásica y productiva. Es personalizable, pero sus posibilidades no terminan siendo tan cargantes como las de Plasma 5. En Linux Mint incorpora por defecto unos temas bastante interesantes para los botones de las ventanas, los iconos, los controles, el puntero del ratón y el escritorio, dejando que el usuario pueda hacer la combinación que más le guste. A pesar de ser un proyecto pequeño, como entorno de escritorio es bastante exigente, necesitando de aceleración por hardware y una GPU decente para poder ofrecer un buen desempeño.

Personalmente, llegué a Cinnamon empujado por mi compañero Jose Pomeyrol, quien estuvo insistiendo en que lo probara durante mucho tiempo por mi condición de distrohopper (aunque en la actualidad he bajado mucho el nivel). Yo me negué a usarlo hasta que se me dio por instalarlo como entorno adicional en Ubuntu 17.10. La experiencia en general me pareció fantástica después de unos dos primeros días en los que me sentí algo extraño, quizá porque venía de pasar mucho tiempo con GNOME y Unity como interfaces por defecto y notaba la disposición del escritorio de Windows algo lejana. Sin embargo, tras ese periodo de transición empecé a sentirme realmente cómodo, aunque a veces la cantidad de ventanas abiertas termina saturándome un poco porque la barra de herramientas, al menos por defecto, no funciona como dock, sino de manera similar a como lo hacía Windows XP.

Configuración de Temas de Cinnamon

Tras esa buena experiencia decidí dar el salto a Linux Mint, distribución de referencia de Cinnamon, y desde entonces estoy realmente encantado. En el mundo de GNU/Linux muchas veces las cosas terminan resolviéndose por los extremos, algo que ha puesto contra la espada y la pared a muchos usuarios que simplemente quieren un sistema usable. Eso último es lo que ha conseguido la comunidad de Mint con su entorno de escritorio, ofrecer un producto que simplemente funciona, con una disposición cómoda e intuitiva que facilita mucho la vida a aquellos que vienen de Windows. Por otro lado, para qué negarlo, Microsoft dio en el clavo con la disposición del escritorio de Windows 95, estableciendo un paradigma que con algunas incorporaciones sigue a día de hoy al pie del cañón, gracias sobre todo a que facilita mucho la utilización del sistema operativo tanto a niveles básicos como profesionales.

A la espera de lo que vaya a ofrecer Unity Remix, Cinnamon es sin lugar a dudas una gran alternativa a explorar para aquellos que no estén contentos con la vuelta de Ubuntu a GNOME, siendo recomendable pasarse a Linux Mint para obtener la mejor experiencia.

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