Slimbook KATANA II, un ‘ultrabook’ ideal para disfrutar de Linux
Como sabéis, estamos celebrando el décimo aniversario de MuyLinux, hay en marcha un concurso con tres grandes premios y uno de ellos es el ultraportátil Slimbook KATANA II. Pero no pensaríais que íbamos a regalar algo sin haberlo probado antes, ¿verdad? ¡Mentira! De hecho, hace tan solo unos días que tengo este equipo en casa y es ahora cuando os voy a contar mis impresiones sobre el mismo, aunque como os podéis imaginar, pocas pegas se le pueden sacar. O, dicho con otras palabras, no era necesario probarlo para adelantar que os iba a gustar, o que iba a ser el premio que más interés generase.
Si pedí el KATANA II para revisión es porque en su momento me quedé con la espinita de ponerle las manos encima a un Slimbook, y la oportunidad que se me ha presentado con el concurso no podía dejarla escapar. Así que he aquí, repito, mis impresiones personales sobre este equipo tras prácticamente dos semanas de uso… que no es lo habitual por estos lares, donde solemos dedicarle más tiempo a este tipo de artículos; pero hay cosas que resultan evidentes desde la primera toma de contacto y, con sinceridad, no creo que mi opinión cambiase dándole un par de semanas más, porque lo bueno y lo malo del KATANA II se percibe al vuelo.
Antes de entrar en materia, demos un somero repaso a lo que ofrece Slimbook para conocerlos un poco mejor.
Acerca de Slimbook
Permitidme que haga la introducción citando mis propias palabras del artículo del concurso:
“Slimbook es una marca española especializada en el ensamblaje de ordenadores con Linux; una empresa pequeña, pero con un gran empuje, que en algo más de dos años de actividad ha conseguido una visibilidad insólita en un segmento tan particular como el de las compañías que comercializan equipos con Linux. Lo ha conseguido, además, por su cara bonita… o más bien, por la cara bonita de sus portátiles, su producto estrella y el más demandado por el público. No obstante, un buen portátil debe tener otras características más allá de la apariencia, y hay que decir que todos los modelos de Slimbook cumplen con tal premisa”.
Lo anterior es acertado, pero se puede matizar. Por ejemplo, apuntando que Slimbook no surge de la nada, sino de la iniciativa de una empresa valenciana de servicios tecnológicos, el Grupo Odín, que tras casi una década de trayectoria decide dar un salto inesperado para ponerse a vender equipos con Linux. Y han llevado la marca más alto de lo que cualquiera podría suponer, para el poco tiempo que llevan en faena. Dentro de las limitaciones del nicho en el que nos movemos, Slimbook es conocida en todo el mundo, gracias a una asociación con el proyecto KDE que tiene como resultado el KDE Slimbook, del que hace algo más de un mes anunciamos su nueva versión.
Por cierto, el KDE Slimbook II y el KATANA II son el mismo equipo, con la diferencia de que el primero solo está en color plateado, incluye el logo de KDE en la cubierta, se vende con KDE Neon como sistema y de los beneficios de cada unidad le llega una donación al proyecto KDE. Por lo tanto, la respuesta a la pregunta que os estáis haciendo algunos es sí: contuve mis ganas de pedir el KDE Slimbook. Pero ni todos compartís mi predilección por KDE, ni hubiera sido normal ir a por otro que no fuese su último lanzamiento.
Volviendo con Slimbook, pero dejando por un momento a un lado el producto, tengo que comentar varias cosas que me han gustado de su propuesta. La primera, por supuesto, es que vendan sus equipos con Linux preinstalado, pudiendo elegir entre Ubuntu, Kubuntu, Ubuntu MATE, Debian, Linux Mint, elementary OS, KDE Neon, openSUSE, Fedora y Antergos. Impresionante. Pero también puedes comprarles un equipo sin sistema preinstalado… o con Windows. Y esto, que puede parecer una contradicción a sabiendas de que diseñan las especificaciones y montan todos sus equipos exprofeso para Linux, es un gran acierto por una sencilla razón: le están facilitando la vida al cliente como no es habitual.
Cuando compras un Slimbook puedes pedir que te instalen alguna de las distribuciones mencionadas e incluso que te pongan un escritorio de tu preferencia, todo de manera gratuita. Si elijes Windows lo pagas, pero puedes pedir que te hagan una instalación con arranque dual, lista para la acción conforme recibas el equipo. Es posible que se me escape algún otro fabricante que haga lo mismo, pero desde luego que no es lo habitual y para quien no quiere complicarse… Puntazo para Slimbook, y no es el único.
Otra forma en la que Slimbook intenta facilitar la vida al usuario es mediante una cantidad muy interesante de recursos en su misma página web, incluyendo un foro donde los usuarios pueden plantear sus dudas, o una sección de tutoriales para temas genéricos -instalación, configuración, aplicaciones, trucos y consejos…- realmente completa y que actualizan con frecuencia. De lo mejor que he visto por ahí. Os recomiendo echarle un vistazo.
Pero hay más, y es que Slimbook también desarrolla un par de aplicaciones propias: Essentials y Battery, la primera cual asistente de ayuda postinstalación con numerosas opciones y la segunda para controlar los ciclos de batería del portátil. Sin embargo, otro día hablaré de ellas, porque quiero probarlas más a fondo y porque en ambos enlaces podéis ver en qué consisten con todo detalle, así como instalarlas en Ubuntu y derivadas vía repositorio PPA. Solo para Ubuntu, sí. Hay que reconocer que hacer un asistente multidistro es un reto, pero según me han contado la intención es extender en un futuro estas aplicaciones a otras distribuciones. Antes, la prioridad es ofrecer la descarga de las imágenes de instalación -ahora solo se pueden adquirir en lápiz USB- de las distribuciones que ofrecen.
Confieso que me ha superado lo que hace esta gente, y eso que apenas os he comentado por encima lo que me he encontrado en su sitio. Como muchos de vosotros estoy al tanto de sus lanzamientos, de que tienen equipos chulos y tal, pero no me había sumergido en todo el valor añadido que generan para con sus clientes, mucho del cual está al alcance de cualquier usuario de Linux. Muy buen trabajo.
Equipos Slimbook
De los cinco que tienen a la venta, cuatro son portátiles muy similares entre sí y todos han pasado por estas páginas: Slimbook KDE, PRO, EXCÁLIBUR y por último el KATANA. Todos, además, van por su segunda versión en el mercado. Pero siendo muy similares, no son iguales.
El EXCÁLIBUR, por ejemplo, es un 15 pulgadas; y el PRO se basa en la octava generación de procesadores Intel de serie U, Kaby Lake R, e incluye la posibilidad de montar una pantalla con resolución QHD+ (3200×1800). Personalmente es el que menos me atrae y el que menos comprendo, y conste que el extra de precio por ampliar el panel es de 69 euros. Pero, ¿quién necesita semejante resolución en 13 pulgadas? Es de suponer que alguien habrá, cuando lo venden; y por otra parte tiene extras como DisplayPort, salida independiente de jack o teclado completo estándar que en ambientes profesionales pueden ser el plus que lo justifique.
El quinto elemento es un compacto de sobremesa denominado ONE. Lo venden por separado o en un “pack oficina / educación” con monitor y periféricos básicos y ha sido verlo y quererlo. En efecto, yo soy de sobremesa y cuando pienso en un equipo para un puesto de trabajo de tipo oficina, estos compactos tan pequeñitos y potentes me encantan.
Entre medias están los dos ultraportátiles o ultrabooks mini KATANA, su producto estrella y en el que me centraré más adelante.
Si me preguntaran qué echo de menos en el catálogo de Slimbook, no sabría decirlo con certeza. Me sobra el PRO, pero por lo demás lo veo muy bien ajustado a la demanda actual y a los precios de mercado. Por supuesto, habrá quien sostenga que son equipos caros, pero las especificaciones se pagan. A razón de esto, lo que tampoco entiendo es que con esta línea de productos la opción por defecto sean 4 GB de RAM. O sea, para entrar a Facebook y ver cuatro vídeos en YouTube vale con un cacharro de 300 euros de los que venden en las grandes superficies; para trabajar no, y 4 GB no son suficientes para garantizar una experiencia satisfactoria en pleno 2018, sin importar el sistema o escritorio que uses. La RAM está cara estos días, pero estrenar un equipo de estos con menos de 8 GB de RAM me resulta incomprensible.
En cualquier caso, cuánta memoria llevará el equipo, la clase y capacidad de la unidad de almacenamiento, el chip wifi, la disposición del teclado y el sistema operativo, son decisiones que le competen al comprador. Todos estos componentes son de libre configuración y si antes comentaba que la opción de instalación dual es un puntazo, aquí va otro: puedes elegir adquirir una segunda unidad de almacenamiento, o enviársela tú para que te la monten por 9 euros.
¿Y qué hay del soporte? Este es, sin importar el tamaño de la compañía, el tema peliagudo por excelencia, y en el que como de costumbre no puedo entrar porque sin comprarlo y vivirlo, es imposible de evaluar. Como es de esperar, todos sus equipos están cubiertos por la ley de garantía española de dos años y en lo que se refiere a la gestión de incidencias en ese periodo, desde Slimbook me comentan que “el 98% de RMA [reemplazos y reparaciones] se resuelven en la misma semana, en un plazo de 2 o 3 días”. A todo esto, ofrecen reparaciones -siempre que se pueda- y recambios de todos los componentes, dentro y fuera de garantía.
¿Vamos ya con el KATANA? Aún no, pero casi.
Preinstalación Slimbook
Antes de pasar con el auténtico protagonista de la entrada, un aspecto en el que me gusta fijarme con detenimiento cada vez que tengo la ocasión de probar un equipo que preinstala Linux, es cuánto se cuida dicha preinstalación. En el caso de Slimbook la curiosidad es mayor si cabe, a tenor de que con el modo OEM de Ubuntu y derivadas lo tienen fácil, pero, ¿y con el resto de distribuciones? E incluso solo con el OEM de Ubuntu, ¿qué hacen, exactamente? ¿Actualizan los paquetes? ¿Instalan extras? ¿Configuran algo?
Viendo cómo se lo curran con la web, es de esperar que hagan lo propio cuando venden un equipo. Pero no lo he podido comprobar de primera mano, pues cometí el error de no pedir que me lo trajesen, como hago siempre, como si lo acabase de comprar, tal y como lo recibiría un cliente cualquiera. Me llegó en lo que llamamos “modo review“, con una sesión ya lista para las pruebas en la que me encontré con Ubuntu 16.04.4 LTS (disponible desde el 2 de marzo) y varios cambios con respecto a una instalación normal que paso a comentar.
En un primer vistazo, la personalización del escritorio con wallpaper de Slimbook y los temas GTK (Arc Black Ubuntu) y de iconos (Numix Blue Custom) no me termina de convencer. Hay que hilar muy fino para reemplazar los temas originales -por desafasados que estén, como pasa con Ubuntu- y que quede al gusto de todo el mundo. Aquí tienen margen de mejora, pero como incluyen Unity Tweak Tool, cambiarlo es fácil. Por otra parte, venía con el software privativo de terceros que se puede agregar durante la instalación, pero sin más “extras restringidos” o controladores adicionales preinstalados.
En cuanto a paquetes y repositorios, hay tres PPA adicionales: el propio de Slimbook, con Essentials y Battery; el de El atareao, con utilidades para la gestión del brillo de la pantalla, el touchpad y la webcam; y el del proyecto TLP para el ahorro de batería en portátiles (Essentials permite la instalación y actualización de controladores y firmware, entre otras funciones avanzadas). También está instalada Checkbox, una aplicación de Canonical para realizar una batería de pruebas.
En general, la preinstalación de Slimbook es la mejor que me he encontrado hasta la fecha, pero aún les quedan detalles por pulir. Por ejemplo, homogeneizar el aspecto visual, para que la primera impresión impacte mucho más en positivo y se ponga al nivel de la calidad del equipo; y tal vez darle una vuelta a Essentials, una herramienta con un potencial muy interesante, pero con opciones que en manos inexpertas pueden resultar difíciles de gestionar.
Pero, ¿me ha llegado así a mí o lo hacen siempre así? Les he preguntado y me han respondido que “en el modo OEM se prueba todo, webcam, wifi, USB, puerto jack, gráfica, etc., y luego se ponen los últimos drivers. Se instalan nuestras apps y se cambia el tema de Ubuntu por el que has recibido tú; se pone nuestro wallpaper. Se instalan repositorios, como los nuestros y otros de terceros, que para los KATANA y PRO son para drivers gráficos de Intel y para los EXCÁLIBUR los de NVIDIA. Los drivers para el wifi no están en Launchpad, así que los copiamos a mano, y esperamos en no mucho tiempo dar la opción de actualización automática. Actualmente hay que abrir Slimbook Essentials y darle a “Actualizar drivers del wifi”. También se ejecutan otras opciones de Slimbook Essentials como el de optimizar el SSD (que con el paso de los años ha ido teniendo menos sentido, pero algo le queda)“.
Para que nadie se quede con la curiosidad de al menos verlo, ahí van unas capturas de Slimbook Essentials.
Ahora bien, ¿por qué le dedico tanto espacio a un asunto a priori tan irrelevante como la preinstalación del sistema? Es decir, simplemente con el modo OEM de Ubuntu, sin nada más que eso, el equipo le llegará al comprador listo para su uso. Como lo haría cualquier Windows. Luego que sea él quien se instale y configure lo que quiera. Pero seamos sinceros: incluso con la posibilidad de la instalación con arranque dual que ofrecen, por el tipo de usuario al que se dirigen, es casi seguro que la gran mayoría preferirá instalar personalmente su sistema… aunque lo hayan pedido con preinstalación, que es la manera más rápida de comprobar que todo funciona correctamente.
Así que la pregunta es, en realidad, por qué Slimbook y otros fabricantes se toman tantas molestias, cuando el nicho en el que se mueven está formado en su mayoría por gente con las ideas muy claras y entusiasta del móntatelo tú mismo -pensad que también facilitan la descarga de todos los controladores necesarios. La única respuesta que se me ocurre es porque alguien debe hacerlo, y ya que lo haces, hazlo lo mejor que puedas. Y es que no es lo mismo que te aseguren que el hardware es plenamente compatible con Linux, a que te instale el sistema otra persona. O quizás estoy equivocado y soy minoría entre la mayoría.
Sea como fuere, este es un tema -vender ordenadores con Linux y hacerlo bien- complejo para el que cada cual tendrá su opinión, pero en el que podemos coincidir en una cosas: es muy importante la presencia de estos equipos en el mercado y hacerlo bien es crucial para generar una buena impresión.
Slimbook KATANA II
Ahora sí, vamos con el KATANA II. Se trata de un ultrabook de 13 pulgadas al más puro estilo MacBook Air de Apple, lo cual no tiene nada de malo. Todo lo contrario. El diseño en líneas generales es sobrio y elegante y no he podido observar ningún detalle que no me encaje. Su aspecto in situ, dependiendo de la luz, difiere de verlo en una foto y se percibe más el jaspeado de la carcasa, lo cual sigue sin tener nada de malo. Pero me queda la duda de cómo se verá en color negro.
En todo caso, tener el KATANA en las manos es la mejor forma de apreciarlo, porque más allá de a la vista, el aluminio que lo reviste se nota y mucho al tacto. Los equipos de plástico no están mal, cumplen con su función y son más baratos; pero no hay comparación con la sensación de solidez que aporta el aluminio. En este sentido la imagen que transmite Slimbook no engaña: no gozan del diseño exclusivo de la gama alta de los grandes fabricantes, pero tampoco es algo que se eche en falta, considerando lo ajustado del precio.
A modo de anécdota os cuento que el equipo me llegó directamente a casa y la persona que me lo trajo, acostumbrada a acercarme todo tipo de envíos de diferente tamaño, me dijo que no pesaba nada, que a ver si la caja venía vacía. Pero no. El aproximadamente medio metro de la típica caja de transportes y los aproximadamente dos kilos que podía pesar no eran lo habitual, eso es todo. Dentro, envuelta en plástico de burbujas, estaba la caja oficial del KATANA II y en su interior el equipo y un cargador de alimentación.
Si la estética es un factor destacado del KATANA II, el peso y las dimensiones son el primero de los elementos definitorios del equipo. Hablamos de 32,5 cm de largo, 22 cm de ancho, 1,6 cm de alto y un peso de 1,35 kg. La cuestión es que una vez te haces al aparato sí notas el peso, pero la primera vez que lo coges no. O por lo menos así me lo pareció. Yo también tengo un 13 pulgadas con bastantes años a sus espaldas, pero que todavía da guerra, y pesa prácticamente el doble (eso sí, el mío vale de estufa en invierno… ¡chúpate esa Slimbook!).
Siguiendo con mi inspección inicial, fue abrirlo y ver la pegatina de powered by GNU/Linux encabezada por un Tux que no está solo, pues en la tecla Super no hay ninguna ventana, sino otro Tux, este sentado sobre el logo de Slimbook. Será mero atrezo, pero estos detalles también ayudan a marcar la diferencia.
Total, recibí el equipo, le eché el vistazo que acabo de recrear y me zambullí en él. Os recuerdo las especificaciones técnicas principales:
- Pantalla: 13″ FullHD (1920×1080) IPS mate
- CPU: Intel Core i5-7200U a 2.5 GHz
- GPU: Intel HD 620 4K
- RAM: 8 GB DDR4
- Almacenamiento: SSD de 250 GB
Así como os recuerdo que existe un modelo superior con procesador i7 y que la configuración permite la ampliación de la memoria (de 4 a 16 GB de RAM, próximamente 32 GB) y del almacenamiento (hasta dos unidades SSD de 120 a 500 GB y o HDD de 500 a 2 TB). Las especificaciones señaladas son las del modelo que yo he probado y las del equipo que se regalará en el concurso. Su precio en tienda es de 894 euros. Todos los datos en la página oficial de Slimbook KATANA II.
El segundo elemento definitorio del KATANA II es, por lo tanto, la potencia. Ligereza y potencia son los dos atributos que mejor definen el concepto de ultraportátil moderno y el Slimbook los cumple con buena nota. En mis pruebas con la preinstalación de Slimbook todo iba como un tiro, todo funcionaba como cabe esperar y me puse a indagar la construcción con más calma.
Lo primero en lo que reparé es el teclado retroiluminado LED (dispone de dos niveles de luminosidad y otro apagado que se cambian a través de una de las teclas de función), en mi opinión, una característica fundamental a día de hoy, sin la cual ni siquiera valoraría la compra de un portátil. Por lo demás, todo en orden: disposición española con su eñe y su ce rota, teclas de función de la 1 a la 12, tecla de encendido incluida en la esquina superior derecha, justo después de la Supr… El espacio está bien aprovechado, la distribución es conocida y el recorrido el adecuado. Teclas ultraplanas, por cierto.
Una de las novedades del KATANA II es el nuevo touchpad mecánico hundible, “más grande y mucho más funcional: 10,5 x 6,3 centímetros, con el 100% del área sensible al tacto y sin zonas muertas en los botones, ocultos debajo […] Y en esta ocasión, con funcionalidad Elan Synaptics, para que puedas personalizarlo en casi todas las distribuciones GNU/Linux del mercado”, explican en la página oficial. Y puedo dar fe de ello, aunque no me adentré en su configuración hasta pasados unos días, porque funcionaba bien y al escribir apenas lo rozas.
En este punto tengo que advertir que, manías personales, detesto trabajar con el tocuhpad y siempre que vaya a estar más de cinco minutos haciendo algo y esté sentado frente a una mesa, conecto un ratón, por lo que no soy el más indicado para sacarle los defectos si es que los tuviere. Aún así, probé la configuración en KDE y además de un buen número de opciones disponibles para el multitáctil, el desplazamiento, el movimiento del puntero, la sensibilidad y la activación y desactivación del panel, todo funcionó igual de bien. Una de las utilidades del repositorio del El atareao es precisamente para esto, pero al menos en el escritorio Plasma no es necesaria.
En la parte superior destaca la nueva webcam HD, con indicador luminoso de funcionamiento, pero a la que le falta una de esas tapitas que están de moda (en la tienda venden adhesivos para eso, si es que se desea una personalización total). Como detalle de agradecer, la localización del micrófono, situado al lado de la webcam para que no capte el ruido del ventilador.
Una vez hecho este repaso inicial y comprobadas todas las conexiones, le dije adiós al Ubuntu de Slimbook para instalar otra distribución y no me compliqué: KDE Neon fue la elegida, aunque por curiosidad termina instalando también Ubuntu 18.04. Ya sabéis que la primera es la que uso ahora en mi PC y siendo la que lleva el Slimbook KDE, con la próxima Ubuntu mataba dos pájaros de un tiro. Con un reto añadido: nada de actualizar controladores, como hacen en Slimbook. Quería ver qué tal se comporta el equipo con una instalación por defecto y…
- Instalación de KDE Neon con software privativo de terceros, particionado automático y cifrado de disco: 4 minutos y 20 segundos. Arranque del sistema: 10 segundos.
- Instalación de Ubuntu 18.04 (beta) con instalación mínima, software privativo de terceros y particionado automático: 5 minutos y 36 segundos. Arranque del sistema: 8 segundos.
En ambos casos instalé el firmware de Intel, pero nada más.
Entonces repetí la comprobación de las conexiones, que aún no he mencionado e incluyen wifi Intel Dual Band 7265N, Bluetooth 4.0, USB 2.0 (x1), USB 3.0 (x2, Type A/C) y HDMI. ¿Resultado? Todo correcto, excepto el Bluetooth en GNOME, que va cuando le da la gana. En lo que respecta a la conectividad del equipo solo podría echar de menos una cosa: entrada de Ethernet; pero considerando la tendencia del ultrabook, es algo que de necesitarlo se suple rápido con un adaptador (también los venden en tienda). Y si son necesarias más entradas de USB lo mismo.
El único error que detecté y que en la preinstalación de Ubuntu no sucedía está relacionado con la gráfica y se manifiesta de manera muy ocasional, con unas rayas al redimensionar algunas ventanas. Error que debería resolverse con una actualización del controlador gráfico, o quizás tocando alguna opción del compositor, pero sobre el que no he indagado más porque no me dio tiempo y no era grave (solo sucedía en Plasma). Tampoco pude probar la gráfica en juegos, pero ni el equipo está diseñado para jugar, ni el no estarlo le resta posibilidades: si con mi i5 de cuarta generación puedo jugar a bastantes títulos, con este irá mejor seguro, con las limitaciones correspondientes de una integrada.
Vamos a pasar ya a uno de los puntos críticos del segmento portátil: autonomía. Dicen en la página del producto que la duración real de la batería (45 Wh y 6100 mAH) es de 5 a 8 horas dependiendo del uso y perfil energético. A mí lo que más me ha durado son 6 horas con nivel medio de brillo, Firefox con varias pestañas (una para escuchar música en YouTube) y escribiendo este artículo con LibreOffice. Otras pruebas con más carga de trabajo han rondado las 5 horas, que es con lo que me quedo.
Sin embargo, he de decir que las pruebas con mi carga de trabajo corriente las he hecho en KDE Neon (Linux 4.13) sin configurar absolutamente nada excepto el brillo, que a medio nivel es más que suficiente para trabajar con luz artificial. Ni siquiera he apagado el Bluetooth o he desactivado servicios que no necesito, como suelo hacer. Es probable que echando mano de las utilidades de Slimbook o invirtiendo un rato en esta tarea se le puede arañar una hora. Para mí así es suficiente. No me imagino trabajando más de cinco horas seguidas en un sitio en el que no pueda conectar el portátil a la red y, llegado el caso, prefiero tirar de batería externa que también me vale para el móvil.
Y termino con el que para mí es el elemento clave del KATANA II: una pantalla mate Anti-Glare con tecnología IPS Led y resolución FullHD a la que en cuestión de brillo, definición, ángulo de visión y calidad en general, no le puedo sacar ninguna pega. Es excelente. Pero tampoco puedo dejar de comentar algo que me habréis leído alguna otra vez: se me hace pequeña y no es por falta de soporte de Linux o el escritorio de turno. Es porque 1920×1080 píxeles en 13,3 pulgadas se hace pequeño lo mires como lo mires. En Ubuntu no llegué a tocarlo, pero en KDE aumenté el escalado a 1,1, un punto el tipo de letra y realicé otros pequeños retoques en diferentes aplicaciones para estar a gusto.
Sé que esta opinión no está exenta de polémica por varios motivos: escalar es desperdiciar espacio útil y si la industria se ha decantado por este formato para definir el concepto de ultrabook mini es porque hay razones para ello. Además, no todo el mundo estará tan cegato como yo, te acabas acostumbrando… Pero luego me fijo en mi portátil, con resolución HD (1366×718) y se me queda muy corto. ¿No hay un término medio? Porque los 14 pulgadas son mínimamente más grandes y los de 15 ya son un portátil que cuesta llevar de un lado a otro. Por no mencionar que a mayor tamaño, mayor peso, y aunque la batería será más potente, la propia pantalla supondrá un coste energético adicional.
Y ahora, ¿queréis unas conclusiones? Creo que no deberían hacer falta, porque me he extendido bastante y aun así seguro que me dejo mucho por contar, pero ahí van: el Slimbook KATANA II es un ultraportátil ideal para quienes no paran quietos en el mismo sitio y precisan de un equipo potente y fiable, sea a modo de estación de trabajo principal o secundaria. Personalmente, lo he dejado entrever, no me veo pegándome sesiones maratonianas en una pantalla de 13 pulgadas salvo necesidad imperiosa, pero por rendimiento va sobrado y sí me lo plantearía como sustituto de mi vieja gloria para cuando me toca trabajar fuera de casa. Miento: me pillaría el KDE Slimbook, pero por vicio. De lo que estoy convencido es de que quien se lleve el KATANA lo va a disfrutar mucho.
Lo mejor:
- La verdad es que el KATANA II brilla en prácticamente todo: construcción, rendimiento, soporte de Linux… Se le podrían pedir más cosas, pero aumentarían su precio y quejarse por algo concreto es difícil.
- La preinstalación de Slimbook y el interés que le ponen para acomodar al usuario en todo lo posible.
- Que hayan logrado un producto tan consistente en apenas un par de años de actividad habla muy bien de Slimbook.
Lo peor:
- Que no me lo pueda quedar yo… ;)
Concluyo dando las gracias a Slimbook y en especial a Alejandro López, director comercial de la marca y mi enlace en este particular lance, por la oportunidad de darle un buen repaso al equipo con total libertad. Me alegra haber comprobado que cumplen con lo que prometen y les auguro un provenir propicio si no se salen del camino que con tanto esfuerzo han emprendido.