Ubuntu cumple 15 años. Breve historia de la más polémica de las distribuciones
Ubuntu cumple 15 años. Es raro que a lo largo de esa historia ninguna versión haya llevado el nombre del Felis silvestris catus. Porque al igual que al gato doméstico, o la amas o la odias. Pero, a ningún linuxero le resulta indiferente
Fue el 20 de octubre de 2004 en que un mail en la lista de correos anunciaba la disponibilidad de la primera versión con estas palabras:
Los warthogs de corazones cálidos del equipo Warty se enorgullecen en presentar la primera versión de Ubuntu
.
En ese mismo correo se describía las características de la distribución
Ubuntu es una nueva distribución de Linux que reúne la extraordinaria magnitde Debian con una instalación rápida y fácil, publicaciones regulares (cada seis meses), una apretada selección de excelentes paquetes instalados por defecto
y un compromiso con las actualizaciones de seguridad con 18 meses de soporte técnico para cada versión.
También se iniciaba un servicio que sería clave para la popularidad de la distribución. Te enviaban uno o varios cd’s a cualquier lugar del mundo totalmente gratis. Era una época donde no todo el mundo tenía Internet y los que tenían seguramente usaban un plan de datos limitado o de poca velocidad.
Ubuntu cumple 15 años. Algunos hitos en su historia
La siguiente versión vino en abril del 2005 y llevaba como nombre “Hoary Hedgehog”. Este versión se vio enriquecida y mejorada por los comentarios de los usuarios en el sitio web.
Debemos esperar al 2006 para que sucedan dos hitos importantes: Aparece la primera versión de soporte extendido y yo me transformo en usuario de Linux.
La versión 6.06, nombre en código “Dapper Drake” fue la primera versión con soporte a largo plazo de Ubuntu. A partir de eso momento las versiones de soporte extendido cuentan con tres años de soporte para las versiones de escritorio; y cinco años de soporte para las versiones de servidor. De acuerdo a la filosofía del proyecto, estas versiones continúan siendo gratuitas.
Más allá del chiste de arriba, de considerar mi llegada a Ubuntu un hito, permítanme recordar mi experiencia personal. Dapper Drake fue mi tercera distribución Linux en 3 días. Como buen inconciente se me ocurrió pasar de Windows a Linux sin escala. Formateé el disco y bajé una imagen mínima de Debian. La instalación falló.
En un cyber café busqué una alternativa y baje Knoppix. Con Knoppix en modo live, grabé un cd de Ubuntu y así pude instalar mi primera distro Linux.
Ubuntu en aquel momento era más fácil que otras distribuciones, pero no era tan fácil. La mayoría de los sitios web usaban Flash, o ActiveX o simplemente no te dejaban navegar con Firefox. Aunque no había servicios de streaming en aquella época, lo que cuenta Pablinux que pasa con Disney+, nos pasaba con buena parte de los sitios.
Como la compatibilidad de OpenOffice con los formatos propietarios de Microsoft era mala, en los repositorios se incluían visores de documentos creados por Microsoft que corrían bajo Wine.
Permítanme un momento de homenaje a Automatix. Esta herramienta, vituperada por los puristas del software libre, nos facilitaba a los usuarios el instalar codecs multimedia, el reproductor Flash de Adobe, y otro software privativo.
Unity, el enemigo del pueblo
La historia de Ubuntu estuvo llena de polémicas. Tal vez la más grande fue provocada por Unity.
Para el año 2016, la industría informática empezó a pensar más alla de las computadoras. No solo los teléfonos se estaban volviendo inteligentes, también los televisores y otros dispositivos como los electrodomésticos..
Para responder a ese desafío comenzó la carrera por la convergencia. Canonical lanzó dos proyectos; Mir y Unity.
Mir era un servidor gráfico que ieba a reemplazar al venerable X11 con la posibilidad de adaptar la visualización según si el dispositivo funcionaba en forma autónoma o conectado a un monitor o teclado. Unity se planeó como un escritorio convergente que permitia acceder a contenido online desde los paneles del escritorio. Mediante crowdfunding Canonical, la empresa detrás de Ubuntu, quiso fabricar un híbrido teléfono/ordenador, pero no logró los fondos necesarios.
En mi opinión, la primera versión de Unity era genial. Pero desde su lanzamiento en Ubuntu 16.10 fue perdiendo funcionalidades. Los desarrolladores apostaban todo a una versión que nunca se materializó y que hoy continúa como un proyecto comunitario independiente.
Pero, mientras que los intentos de Canonical de entrar al mercado de los teléfonos (con proveedores externos de hardware) y televisores fracasaba, el mercado corporativo comenzaba a ser rentable. El soporte técnico de Canonical era bastante más barato que el de Red Hat, y sus soluciones para la nube, igualmente sólidas. También logró una buena penetración entre la naciente industria de la Internet de las Cosas.
Para el 2018, Ubuntu volvió a Gnome como escritorio por defecto, y los desarrolladores de Mir buscan integrarlo a Wayland, otro servidor gráfico que busca reemplazar a X11.
Lo único que nos queda, por ahora, de esa Canonical rebelde e innnovadora que no dejaba a nadie indiferente, son los paquetes Snap. Pero quién sabe por cuanto tiempo. El millonario de Internet que se fue de vacaciones a la estación espacial ahora se acerca a la cincuentena. Y su empresa en cualquier momento va a cotizar en bolsa.
Como a las personas, a las empresas les llega el momento de madurar.