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Menos distribuciones y más aplicaciones es lo que necesita el escritorio Linux

aplicaciones

«No necesitamos más distribuciones Linux. Deja de hacer distribuciones y crea aplicaciones«. Más claro, el agua. La frase no es mía, sino de Alan Pope, conocido desarrollador de Canonical y Ubuntu; pero como si lo fuera, porque la suscribo en su plenitud. Y me explico, además de explicaros el contexto en el que se da dicha frase.

Make a Linux App

Make a Linux App es una iniciativa impulsada por Pope con el fin de animar a los desarrolladores ociosos a contribuir con el ecosistema e GNU/Linux en la dirección correcta, que no es crear una nueva distribución que solo va a interesar a cuatro gatos -por lo general, también ociosos- y que nadie está pidiendo. ¿Por qué? Porque ya tenemos distros de sobra y muy buenas. ¡No necesitamos más!

Lo que propone Pope en Make a Linux App, por el contrario, es de cajón: crear una aplicación, una buena aplicación, es más complicado, pero mucho más beneficioso para todos los usuarios de GNU/Linux sin importar la distribución que utilicen, porque aunque la falta de aplicaciones no es el eslabón más débil de la experiencia del escritorio Linux, seguimos por detrás de Windows y Mac.

En Make a Linux App se explican las razones por las que crear aplicaciones para Linux es positivo tanto para el ecosistema como para el propio desarrollador; se recomiendan puntos de partida, por ejemplo el framework a utilizar, incluyendo el de GNOME, KDE, elementary OS, Ubuntu Touch y (bravo por señalarlo, a pesar de la oposición que tiene entre muchos usuarios) Electron; así como se recuerdan todas las posibilidades de distribución actuales, de AppImage a Flatpak, Snap y el Open Build Service de openSUSE.

Como no podía ser de otra manera, Pope ha sido lo suficientemente ecuánime como para no destacar por encima del resto las soluciones de Canonical. La iniciativa, además, cuenta con el apoyo de los principales implicados, léase proyectos como GNOME, KDE, elementary o UBPorts. Echadle un vistazo al sitio; merece la pena y toda la información es concisa, no os va a marear con mil datos.

La insoportable levedad de algunas distribuciones Linux

Ahora bien, ¿por qué el desarrollador que trabaja en su propia distribución, por lo general refrito del refrito, debería hacer caso a esta iniciativa? Pues porque de manera directa e indirecta, es lo que la mayoría de usuarios estamos pidiendo. Tal cual. Una buena muestra de ello la tenemos en los índices de popularidad de las distros, que ilustraré con los resultados de nuestra encuesta de fin de año.

Si nos fijamos, de las 20 opciones disponibles, el grueso de los votos se los llevan las grandes: Ubuntu, Linux Mint, Debian, Manjaro, Arch Linux, KDE neon, Fedora, Deepin, elementary OS, openSUSE… La popularidad del resto es residual y su base de usuarios irá a la par, con contadas excepciones. Pero incluso si las sumamos, siguen quedándose fuera muchas otras pequeñas distros que no aportan ningún valor.

Por poner un par de ejemplos que conoceréis y cuya aportación es más sustancial, en los últimos tiempos os hemos recomendado MX Linux, una derivada de Debian que yo considero bastante interesante. Sin embargo, lo más interesante no es la distro en sí, sino las herramientas que proporciona. ¿No sería posible abstraer esas herramientas de la distribución y ofrecerlas como un paquete de software para Debian? Lo mismo para Peppermint, que como principal valor tiene ofrecer una herramienta para la creación de aplicaciones web.

Ojo: son dos ejemplos cogidos al vuelo y como he dicho, su aportación es más sustancial que la de otras, en las que su justificación existencial se basa en modificar el aspecto y añadir toneladas de software preinstalado. Además, no siempre es más sencillo para desarrollador y usuario añadir paquetes que utilizar algo listo desde su misma instalación. No obstante, incluso en estos dos casos hablamos de distros residuales que de desaparecer no afectarían en nada al escritorio Linux.

Distros como herramienta vs distros de propósito general

Por otro lado, no hay que confundir lo que son distribuciones que funcionan como una herramienta, a distribuciones de propósito general, esto eso, las que instalamos en nuestro PC. Nada tienen que ver Ubuntu, Fedora o Manjaro con Kali, Tails, Puppy, Robolinux, LibreELEC, SteamOS, SystemRescueCd… Y tantas otras, cuyo enfoque no es servir de sistema operativo para el día a día, sino cubrir una necesidad concreta. Esta es una de las grandezas de GNU/Linux que no debería cambiar.

Redundancia no equivale a fragmentación

Y tampoco hay que confundir redundancia con fragmentación. No hay una fragmentación reseñable en GNU/Linux, por más que haya distribuciones que aporten poco o nada y la razón ya la he señalado: las grandes se comen casi todo el pastel. Haciendo alusión de nuevo a los resultados de nuestra encuesta de fin de año, todo lo basado en Debian se llevaba en 70% de los votos… pero es que de ese porcentaje, más del 50% se lo repartían entre Ubuntu, Linux Mint y Debian; lo demás se iba para KDE neon, Deepin, elementary OS, MX Linux, Zorin OS y para de contar.

Luego la principal inconveniencia de crear más distribuciones de propósito general no es que genere fragmentación o que afecte al ecosistema: es que no lo beneficia. Así de simple. Por supuesto…

El software libre lo es para lo bueno y para «lo malo»

He aquí el quid de la cuestión, y es que el software libre es libre para todo, también para que quien lo desee se monte su propia distribución, en lugar de aportar a otras áreas donde es más bienvenido el esfuerzo. Como dijo en su momento el insigne Linus Torvals, el software libre o de código abierto ha triunfado a base del tipo de egoísmo de «yo hago esto porque me beneficia a mí», con la salvedad de que el fruto es compartido.

Por lo tanto, basta con que haya alguien que quiera hacer su refrito para que lo haga, nadie puede impedírselo. Lo que sí podemos hacer, y de eso trata Make a Linux App, es pedirle que considere otras formas de contribución. Como crear una aplicación o, quizás, ayudar a mantener alguna que lo necesite. Y son muchas.

Imagen: Pixabay

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