MuyLinux Eduardo Medina  

Wayland, virtudes y desafíos según mi experiencia

Wayland

Desde hace 10 años Wayland está llamado a ser una de las tecnologías que marcarán el futuro del escritorio GNU/Linux, sin embargo, en la actualidad su utilización por defecto resulta inviable para muchos usuarios. Las razones de por qué el protocolo gráfico no se ha consolidado todavía son varias, entre las que se pueden destacar las dificultades que se han encontrado en su implementación, las aplicaciones de terceros y NVIDIA.

Entre los grandes escritorios solo GNOME cuenta a día de hoy con una implementación de Wayland bastante madura, aunque según mi experiencia todavía adolece de un problema que resulta un tanto molesto. Por otro lado, desde hace meses estoy intentando dar el salto a Wayland, pero desgraciadamente por ahora me tengo que conformar con dejar la transición al 50%.

Después de desechar a NVIDIA, utilizo ahora mismo AMD e Intel como gráficas. De AMD tengo la RX 580 de 8GB de mi torre con un procesador Ryzen 7 1700, mientras que de Intel uso la IGP del procesador Intel Core i7-10510U incorporado en el portátil Aspire A515-54. Por suerte, ambas marcas son bastante respetuosas con el stack gráfico estándar de GNU/Linux, lo que garantiza el correcto funcionamiento de Wayland sin necesidad de aplicar configuraciones extrañas.

Lo que me gustan de Wayland (desde GNOME)

Wayland es un protocolo gráfico que pretende ofrecer notables mejoras frente a Xorg, algo que desde mi experiencia con gráficas de AMD e Intel se ha transformado en una mayor fluidez de los gráficos, aunque el equipo de GNOME ha trabajado bastante para que la diferencia entre los dos servidores gráficos (vale, sí, Wayland es un protocolo, pero hay que simplificar) no sea tan notable como en tiempos pasados.

Además de la mayor fluidez de los gráficos, cosa que se nota sobre todo cuando se despliegan los iconos del lanzador de aplicaciones, percibo un menor tiempo de arranque de las aplicaciones, incluso de aquellas que se apoyan en XWayland para funcionar. Sin embargo, aquí los grandes campeones son las aplicaciones del propio entorno de escritorio, que en la sesión de Wayland dan la sensación de volar, si bien la diferencia con Xorg tampoco es que sea abismal.

En lo que respecta a los videojuegos, uno de los temas que más preocupan de esta transición, no aprecio ninguna diferencia significativa usando Xorg o Wayland con Doom 2016, Company of Heroes 2 y Strafe, por lo que puedo dar los resultados obtenidos por Phoronix como ciertos. No he tenido tiempo para hacer una comparativa más exhaustiva, pero tras probar el juego más potente que ejecuto con Steam Play puedo decir que XWayland va en la dirección correcta para al menos mantener la experiencia.

Otro aspecto positivo que he notado usando Wayland es una autonomía del portátil algo mayor. No he realizado pruebas de autonomía, pero con un uso normal el Acer 5 me ofrece una autonomía de unas 5 horas con Xorg, una cantidad que con Wayland se ha visto incrementada en cerca de media hora. No es mucho y el usar GNOME no ayuda demasiado al ser un entorno bastante pesado, pero es un aporte que muchos usuarios pueden terminar agradeciendo.

Por último, me alegra que Chromium, aplicación que funciona con XWayland todavía, pueda bloquear el bloqueo de pantalla. Aunque parezca una tontería, aquello hacía que no pudiese disfrutar cómodamente de Netflix o Amazon Prime Video al ponerse la pantalla en negro en medio de la reproducción. Este detalle fue corregido hace tiempo, pero no viene mal recordarlo para incidir en el hecho de que Wayland debe cubrir todas las necesidades del usuario común si quiere ser un aporte positivo para el escritorio GNU/Linux.

Lo que no me gusta de Wayland (desde GNOME)

Wayland es en estos momentos totalmente usable en GNOME, pero a día de hoy sigue habiendo algunos inconvenientes y no todos son culpa de las aplicaciones de terceros.

El detalle que queda por pulir por parte de GNOME es el hecho de que padezco de “microcongelaciones” cuando inicio la sesión de Wayland, cosa que he notado en Fedora 31 (GNOME 3.34), Fedora 32 Beta (GNOME 3.36) y Debian Testing (híbrido de GNOME 3.34 y 3.36, pero la Shell y Mutter siguen en 3.34). Por suerte esas “microcongelaciones” no cuelgan el sistema, pero dejan un mal sabor de boca durante los dos primeros minutos tras iniciar la sesión. El problema es más acusado en mi ordenador sobremesa, posiblemente por culpa del disco duro mecánico que uso para almacenar los datos de usuario.

Segundo, y ahora empiezo a señalar el software de terceros, no puedo usar correctamente SMPlayer, probablemente por los problemas que tiene MPV con Wayland. Esto me fuerza a usar VLC, aunque por defecto prefiero establecer Totem (Vídeos en GNOME) debido a su extrema sencillez.

Como tercer y último punto negativo tengo un tema que he sacado en más de una ocasión: el screencasting. La versión Flatpak de OBS Studio es oficial e incluye por defecto el plugin obs-xdg-portal, que permite grabar desde una sesión de Wayland. Sin embargo, en Fedora 31 los resultados de las grabaciones son espantosos, en Fedora 32 la aplicación se cuelga y en Debian Testing directamente no captura nada. Otras aplicaciones de screencasting todavía ni se han planteado el soportar Wayland y la herramienta que ofrece GNOME para tal efecto se muestra muy limitada, si bien sus posibilidades pueden ser ampliadas con una extensión.

Conclusión: Un ordenador con Wayland y otro con Xorg

El portátil no es una “réplica” del ordenador de sobremesa, sino un equipo secundario orientado sobre todo a tareas comunes que encontré a muy buen precio en PCComponentes, así que no pienso hacer screencasting con él. Esto me permite utilizar Wayland en todo momento, pero no puedo decir lo mismo de mi equipo de sobremesa, en el que OBS Studio juega un papel relevante.

Así que nada, mientras no vea el tema del screencasting resuelto (de donde venga la solución me da lo mismo) me veo forzado a dejar a medias la transición y a usar un servidor distinto en cada ordenador (podría intercalar Wayland y Xorg en el sobremesa, pero me da pereza).

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