Tema delicado. Y es que el coronavirus, el maldito SARS-CoV-2, nos ha liado una… que no hace falta que os explique, porque estamos metidos todos en el mismo agujero desde hace más de un año, y hay quien ya no va a salir de él: casi cuatro millones de personas en todo el mundo según las cifras oficiales, que no hay quien se las crea.

Hablando de creer, todas las esperanzas para volver a la normalidad o a lo más cercano posible a esta, se han puesto en la vacunación, que ya está demostrando que funciona: los ingresos hospitalarios -y, por lo tanto, las muertes- de los grupos vacunados, los más sensibles a los efectos de la COVID-19, han descendido radicalmente.

Sin embargo, hay quien cree en las ciencia y hay quien cree en las conspiraciones, y la más grande de todas -con el permiso del terraplanismo- es la que sostienen los antivacunas, con teorías para todos los gustos: que si nos van a introducir y controlar con un chis chip, que si nos van a esterilizar, que si nos van a modificar genéticamente para vaya usted a saber que oscuro propósito…

Esta última teoría es de las más locas, pero está apoyada por gente que debería tener la azotea mejor amueblada, a tenor de lo que hacen para ganarse la vida. La siguiente discusión se ha dado en las listas de desarrollo de Linux, a razón de la planificación del próximo Kernel Summit 2021:

«Conozco a *un montón* de personas que nunca participarán en este experimento humano genérico que básicamente crea una nueva raza humanoide (personas que generan y agotan la proteína de pico tóxica, cuya secuencia genética no parece natural). Yo soy uno de ellos, como toda mi familia«, escribía un tal Enrico Weigelt, un «antiguo hacker de Linux y mantenedor del kernel», según su descripción. Y le contestaba Torvalds, claro.

«Por favor, mantén tus dementes y técnicamente incorrectos comentarios antivacunas para ti mismo. No sabes de qué estás hablando, no sabes qué es el ARNm y estás difundiendo mentiras estúpidas. Tal vez lo hagas de una manera tan inconsciente debido a una mala educación. Tal vez lo hagas por haber hablado con «expertos» o por haber visto vídeos en YouTube de charlatanes que no saben de qué están hablando«, respondía Linus con unas formas más correctas de a las que nos tenía acostumbrados.

Y pasaba a explicarle al susodicho la importancia de las vacunas y las vidas que han salvado a lo largo de la historia, cómo funcionan las vacunas basadas en ARNm (aunque no todas las que se están poniendo se basan en este técnica) e interactúan con nuestro cuerpo (por como lo explica, se ha estudiado el asunto), cómo están ayudando a descender los contagios de COVID-19 y las muertes asociadas a las altas tasas de hospitalización…

… Para concluir recomendando la vacunación a todo el mundo y que se dejen de creer en las mentiras de los antivacunas. «Y si insistes en creer en las locas teorías de la conspiración, por lo menos CÁLLATE LA BOCA en las listas de discusión del kernel«, sentencia Torvalds.

Es comprensible que haya quien tenga dudas acerca de las vacunas: han sido desarrolladas y aprobadas en tiempo récord sáltándose el procedimiento estándar, pueden tener efectos secundarios nada deseables aunque la proporción de casos graves e incluso mortales, y no efectos secundarios inmediatos, sino posteriores en el tiempo, cuya incidencia en la pandemia puede ser tan seria que puede que no llegue a compensar las prisas, irregularidades por todos lados…

No hace falta ser un antivacunas para tener dudas, todo lo contrario. De hecho: las grandes dudas, las que de verdad tienen fundamento, son las que han expuesto algunos de los más eminentes expertos en vacunas del mundo, y por supuesto nada tienen que ver con que nos modifiquen genéticamente para convertirnos en morlocks…(tampoco es lo que dice Weigelt). Pero se ha elegido la estrategia que se ha elegido para intentar salir de la pandemia y en esas estamos.