El usuario no importa y eso debería cambiar (Opinión)
Esperar la llegada del año de Linux en el escritorio es, y me permito robarle la frase a Chesterton, algo que requiere más paciencia que el oficio de pescar. Para muchos de nosotros, más que una meta es un chiste, aunque hay algunos verdaderos creyentes que todavía no pierden la esperanza.
Lo cierto es que de alguna forma la discusión se volvió abstracta. Con un pequeño retraso provocado por la pandemia, la declinación de los ordenadores de escritorio parece indetenible. Móviles de mayor potencia y dispositivos tipo Chromebook deberían ser los dispositivos mayoritarios en los próximos años. Y, en ambos los ganadores están definidos hace rato
A Linux le queda el consuelo de dominar en los servicios en la nube y las supercomputadoras.
Pero, el debate sigue teniendo interés en un punto. Entender lo que no hicimos (y si hicieron Apple y Google) nos va a permitir estar listos para el siguiente cambio de paradigma.
¿Qué sería el año de Linux en el escritorio?
Para orientar la discusión pongámonos de acuerdo en cuál sería la respuesta esperada.
Podemos definirlo de dos formas; desde el punto de vista de la madurez técnica sería el momento en que haya una distribución Linux capaz de ser instalada por el usuario promedio y le permita hacer exactamente lo mismo que hace con Windows o macOS.
La segunda manera es la participación de mercado.
El gran obstáculo para los partidarios de la primera postura son los juegos. A pesar de que la cantidad de títulos se amplía constantemente y existen tecnologías que permiten ejecutar juegos de Windows, el resultado por el momento es bastante mediocre.
El usuario no interesa ¿Por qué debería?
Hace algún tiempo una persona se tomó la molestia de hacer un video respondiendo a uno de mis artículos. Su argumento fue que Linux no debería preocuparse por tener más usuarios. Si no quieren aceptarlo tal cuál es, que sigan usando Windows o macOS.
La falla en su argumentación la estamos viendo estos días. Desarrolladores quemados, proyectos con graves problemas de seguridad y empresas ganando dinero con el trabajo de otros. Todo eso es el resultado de un mismo problema. A la comunidad del software libre y de código abierto no le interesa el usuario final. Como consecuencia, al usuario final no le interesa el software libre.
Permítanme ponerlo más claro:
Cantidad de usuarios = dinero = desarrolladores dedicados a tiempo completo a desarrollar software libre.
El colega José Miguel del blog Tecno y Soft resume claramente el problema:
¿Qué busca el usuario común?
Un sistema operativo reconocible y fácil de usar, disponible en el mercado y con nombre propio: Windows. Eso es lo que vende, considerar que por el hecho de ser software libre y respetar los derechos del usuario sería algo significativo, ha sido un error. Con todo eso no digo que cuestiones como el software libre, respeto a los derechos del usuario o sostenibilidad no sean de importancia, pero, ni han sido, ni son suficientes como para provocar una deriva a nuestro querido escritorio. No se ha producido ese cambio, más que nada, porque a pesar de todo no es este un tema de consciencia. Es la falta real de necesidad de cambio la que ha provocado y provoca el estancamiento del escritorio Linux.
¿Qué le estamos dando nosotros al usuario doméstico?
Una enorme (y muchas veces incompatible) oferta de distribuciones cada una con su propio conjunto de librerías y controladores y software preinstalado. Existe una razonable posibilidad de que un programa creado para Windows 8 funcione en Windows 11 y, todo lo contrario de que un programa que funcione en Ubuntu haga lo mismo en la versión de Fedora liberada un mes después. Aún en una misma versión de una misma distribución, pero con diferente escritorio se pueden presentar problemas.
Al ser la cuota de mercado tan pequeña, no hay incentivos para que desarrolladores independientes o empresas se tomen el trabajo de portar sus aplicaciones. Al no haber una amplia oferta de aplicaciones, no aumenta la cantidad de usuarios.
La solución.
La solución pasa por la creación de una nueva entidad (La Linux Foundation está demasiado influida por las mismas empresas interesadas en que todo siga como está y la Free Software Foundation demasiado involucrada en los aspectos ideológicos del software libre). Esta nueva entidad debe fijarse como objetivo la ampliación del mercado del software libre y de código abierto empezando por las distribuciones Linux. Para esto debe investigar el mercado, y apoyar el desarrollo de productos innovadores que respondan al resultado de esa investigación y puedan autofinanciarse en un futuro.
Esto significa dejar de lado los egos y cambiar el enfoque donde los desarrolladores y su habilidad a la hora de programar está en la cima de la pirámide y pasar a otro donde la resolución de problemas y los deseos de los usuarios esté en primer lugar.