Wayland tendría que ser el presente, pero todavía es el futuro
Como sabéis quienes nos leéis habitualmente, aunque hace más de una década que venimos hablando de Wayland, ha sido en los últimos dos o tres años en los que más noticias le hemos dedicado. Por una buena razón: la experiencia comienza a ser consistente. Sin embargo, la demora en su implantación generalizada está siendo tal que uno se plantea si estamos al principio del proceso, al final… Y es que lo que tenía que ser el presente del escritorio Linux, sigue todavía en el futuro para mucho usuarios.
Por si aún queda algún despistado por ahí que no sepa qué es Wayland, hablamos del protocolo gráfico llamado capitanear la evolución de Linux en el escritorio, un reemplazo a la tecnología actual, las famosas X, X11, X.Org…, la implementación de servidor gráfico y sistema de ventanas cuyo desarrollo empezó va ya para cuarenta años y cuyas capacidades no están en consonancia con las expectativas actuales, básicamente porque no fue pensado para responder a las circunstancias de hoy en día. X.Org es, de hecho, software obsoleto, en mantenimiento desde hace años.
En cuanto a Wayland, no es solo que tecnológicamente sea mejor porque fue diseñado para cubrir muchas de las necesidades actuales: precisamente por eso, es un cambio imprescindible para que el soporte gráfico de Linux evolucione. Wayland va de rendimiento, de estabilidad y, sobre todo, de compatibilidad con características -también de seguridad- que cualquier sistema gráfico moderno requiere, incluyendo su misma estructura y cómo se comunica con el resto de software; X.Org, por el contrario, es un un monstruo requeteparcheado y envejecido que nunca fue pensado para cargar con la responsabilidad que tiene, aunque la haya adquirido con el tiempo… a un nivel que, por más que cueste creer, está por encima del de Wayland en determinados aspectos. A la fuerza, claro.
El desarrollo de Wayland arrancó de cero hace catorce años con el objetivo de corregir los problemas de diseño de X11 y ofrecer un servicio moderno de calidad. Sin ir más lejos, este 2022 se cumplirá una década desde el lanzamiento de su versión 1.0. A pesar de ello, todavía falla en un aspecto crítico que, en principio, no es culpa suya: la estabilidad. En prácticamente todos los escenarios, Xorg sigue ofreciendo una experiencia más estable y mayor compatibilidad.
Todavía se dan casos extraños en los que, por ejemplo, las X superan a Wayland en rendimiento, pero lo normal es que Wayland le vaya sacando ventaja en todo, como por ejemplo sucede con la autonomía en los portátiles. Ahora bien, Wayland tampoco es perfecto, sigue presentando carencias aun con todo el desarrollo que lleva a sus espaldas y tiene sus detractores dentro del mundillo del Linux de escritorio, faltaría más.
Con todo, Wayland es lo que hay y no pensemos en un plan b, porque si el a está costando, imaginemos… Sin embargo, al margen de los problemas que pueda presentar Wayland por sí mismo, y casi todo es solucionable al nivel de X.Org y más allá, está el hecho de todo el software legado que queda por ahí sin adaptar, motivo por el cual nos encontramos en esta situación. X11 sigue siendo más estable que Wayland… porque los desarrolladores necesitan ponerse las pilas, tal y como demuestra el desempeño de GNOME en Wayland desde hace años.
Fedora 25 fue la primera distribución que se atrevió a confiar en Wayland, y de eso hace ya cerca de seis años. Desde entonces la evolución del soporte, solo para con el escritorio GNOME, ha sido cada vez mejor y si ya impresionó en sus primeros pasos, ahora da auténtico gozo. Ninguna distribución ofrece el nivel de calidad de implementación de Fedora. En su momento, Ubuntu hizo el amago, pero reculó; Red Hat fue la siguiente en ir a por todas con Wayland.
El año pasado se dio uno de los pasos determinantes, como el salto definitivo de Ubuntu y, un poco más tarde, Debian hizo lo propio.Este es un paso determinante por la importancia de ambas distribuciones en el escritorio Linux, aun cuando la prueba de fuego llegará con el lanzamiento de Ubuntu 22.04 LTS el próximo abril, y es que no importa lo ue haya mejorado Wayland: o se mete a la fuerza en las distros grandes, o se va a seguir demoran hasta Tux sabe cuándo.
Sobre esto último hablaban en Phoronix hace unos días. El titular lo dice todo: «menos del 10% de los usuarios de Firefox en Linux están ejecutando Wayland«. ¿En qué se basan para aseverar algo así? En los datos compartidos por Mozilla a partir de la telemetría de Firefox, de largo el navegador web más popular en Linux. Es cierto que la información tiene su margen de error: hay más navegadores en Linux y también son populares, hay muchos usuarios de Firefox que desactivan la telemetría… Pero como sucede con otro tipo de estadísticas, es un indicador válido, por no decir lo mejor que hay.
Hay que tener en cuenta también que si Firefox es el navegador más popular de Linux, GNOME no está claro que sea, salvo en ambientes corporativos. La cuestión en este punto, no obstante, es que si bien algunos escritorios GTK –MATE le está poniendo empeño– están avanzando en el soporte de Wayland aprovechándose del trabajo de GNOME, el otro gran tótem del escritorio Linux, KDE (Plasma, aplicaciones y demás) lleva adoptando Wayland desde hace años y todavía está lejos de alcanzar el nivel de GNOME. En mi opinión, lleva un retraso de tres años que va a costar enderezar.
Dato curioso: Firefox rinde mejor en Wayland que en X.Org… y mejor en KDE Plasma que en GNOME, o eso se contaba hace un tiempo.
Volviendo con KDE, uno de los propósitos del proyecto para este 2022 es completar la implementación de Wayland en Plasma, pero habrá que ver si es así o no. Como usuario sobre todo de KDE Plasma, con cada nueva versión del escritorio vuelvo a darle la oportunidad a Wayland y siempre termino volviendo a las X a veces a los días, otras a las horas… e incluso a los minutos. Porque siempre hay algo que me fastidia la experiencia, por pequeño que sea.
KDE Plasma 5.24 no ha sido una excepción. Hace apenas tres días que se lanzó la nueva versión del escritorio y lo primero que hice fue probar la sesión con Wayland y lo que recibí a cambio fue una excelente respuesta que duró muy poco. Sigo teniendo glitches constantes con mi configuración del panel, el soporte de aplicaciones web sigue sin funcionar, las notificaciones funcionan fatal, echo en falta -esto es muy heavy– la fluidez que tengo con X.Org… Con este plan, ya os imaginaréis que duro poco en Wayland.
Este último es el gran problema, el mismo mencionado antes: estabilidad. Pero como también he dicho antes, no es culpa de Wayland. La historia es que si a KDE le está costando, a ver a proyectos más pequeños. Tengo la esperanza de que al menos KDE lo consiga para este año, a razón de lo cual tengo que matizar que la experiencia de cada usuario puede variar: no todo el hardware funciona igual -aunque yo uso Intel, que suele ser lo más potable con diferencia-, no todo el software funciona igual, no todas las configuraciones de escritorio generan los mismos fallos…
Por matizar, recuerdo que ya hay distribuciones de las echás pa’lante que ya sirven KDE Plasma con Wayland por defecto, como Fedora o NixOS, pero son y todo parece indicar que serán las menos en el medio plazo.
En definitiva, lo que tenía que ser el presente es todavía el futuro… y lo que te rondaré, morena. Me veo en 2025 cargando todavía, como poco, con XWayland, esa capa de compatibilidad que va a ser eterna para quienes necesiten usar aplicaciones viejunas de las que no se adapten. Y eso con Plasma. A saber cómo se lo montan otros proyectos con los recursos justos. Y no hemos hablado de juegos, pero ahí también está la cosa regular, aunque, curiosamente, con un mejor pronostico de mejora que otras áreas. Así que casi que nos vamos a 2030 para su estandarización de facto… y vuelta a empezar, porque para entonces ya se habrá quedado viejo.