Firefox 100: resurrección tecnológica, muerte popular
Recientemente ha aparecido Firefox 100, un acontecimiento que tiene más de simbólico que otra cosa, aunque Mozilla lo ha recalcado con un mensaje de agradecimiento mostrado a todos aquellos que lo hayan ejecutado. Que no se entienda mal, cuando hablo de simbolismo, me refiero solo al impacto psicológico que tiene el número 100, nada más.
Firefox 100 mantiene la buena progresión que ha mostrado el navegador en los últimos meses, un buen hacer que, desgraciadamente, no le está sirviendo para remontar en cuota de usuarios, ya que en la actualidad va por detrás del actual Microsoft Edge, basado en Chromium y con versión oficial para Linux.
No es ningún secreto que soy un cerrado defensor de Wayland, así que uso Firefox prácticamente por obligación debido a que es el único gran navegador web con un soporte maduro para el protocolo gráfico. Hasta enero de 2022 utilicé la versión RPM suministrada por Fedora, que tiene el soporte para Wayland habilitado por defecto, y a partir de esa fecha empecé a emplear la compilación Flatpak alojada en Flathub, cuyo soporte para Wayland puede ser habilitado fácilmente con Flatseal.
Dicho con otras palabras, que desde hace tiempo sigo de cerca la evolución de Firefox, aunque eso sí, con la perspectiva que tendría un simple usuario final. Creo que es una buena aplicación, con un depurador/inspector en mi opinión superior al de Chromium y posibilidades interesantes como los contenedores que permiten iniciar distintas sesiones en un mismo sitio web. Sin embargo, los usuarios comunes raras veces usarán dichas características y, siendo sinceros, al menos hasta hace poco se estrellaba frente a Chromium en lo más básico de un navegador web, que es la propia navegación web.
Que mis motivaciones para usar Firefox se basaran principalmente en principios y por mi empecinamiento en usar Wayland hacían que mi opinión de la aplicación no correspondiera con las horas de uso que le dedicaba. La verdad es que la experiencia con la navegación era claramente inferior a la de Chromium, el renderizado de las fuentes es peor y además padecía de problemas de estabilidad. Ante ese panorama tenía decidido migrar a Brave en cuanto el soporte de Wayland ofrecido por Chromium estuviera maduro, pero las circunstancias están empezando a cambiar a favor del navegador de Mozilla.
Mozilla llega tarde, muy tarde
Si bien mi experiencia con Firefox en los últimos años no ha sido idílica, tengo que reconocer que la aplicación ha mejorado enormemente durante el transcurso del último año. Desde el establecimiento de la interfaz Proton, amada por algunos y odiada por otros (yo soy de los primeros), he notado una mejora constante que está empezando a poner los cimientos para que me lo quede definitivamente, incluso en caso de que el soporte de Chromium para Wayland termine de madurar.
Lo primero que he ido notando es que la experiencia de Firefox sobre Wayland está cada vez más pulida y hoy en día no noto ningún déficit o defecto importante comparado con Xorg, con el añadido de la mayor fluidez que aporta Wayland y la prioridad de la que goza a la hora de tener soporte de aceleración por hardware. Esperemos que dentro de poco el soporte para el protocolo se inicie de forma automática, cosa que se ha empezado a ver en el canal Nightly.
Toda esa evolución en torno a Wayland y el soporte de aceleración por hardware es fruto en buena medida de la implicación de Red Hat, que hasta hace dos años hizo más esfuerzos que la propia Mozilla para evitar que Firefox para Linux terminase totalmente descolgado en comparación con las versiones para Windows y macOS.
Segundo, desde la aparición de Firefox 99 no he tenido ninguna caída aleatoria, que se producían sobre todo cuando tenía muchas pestañas abiertas (generalmente repartidas en varias ventanas) o reorganizaba a fondo los marcadores, pudiendo borrar o mover de un golpe cientos de estos (tengo más de 3.000 guardados). El navegador de Mozilla ha arrastrado problemas que han afectado al rendimiento, la gestión de la memoria e incluso la estabilidad, pero poco a poco estoy viendo que la aplicación va mejorando para dar alcance a Chromium. Lástima de esos sitios web y servicios que solo funcionan bien con la tecnología de Google, que obviamente contribuyen al establecimiento de un monopolio.
Sí, Firefox está mejorando, de verdad, pero no dejo de tener la sensación de que Mozilla ha empezado a ponerse la pilas demasiado tarde. La fundación ha estado muy dispersa en la última década con proyectos fallidos como Firefox OS y Lockwise mientras ha descuidado, y mucho, su producto estrella.
Mientras Chromium y sobre todo Chrome evolucionaban y mejoraban a ritmo de vértigo gracias a la potente maquinaria de Google, Mozilla decidió enfocarse en otras cosas y centrar las virtudes de Firefox en la propaganda. En consecuencia, Firefox terminó acumulando más de cinco años de retraso tecnológico, una cantidad de tiempo que en circunstancias normales es prácticamente una sentencia de muerte salvo que a tu rival le dé una pájara como la de Intel a nivel de procesadores, una circunstancia permitió a AMD remontar para volver a engancharse.
Quantum tuvo que haber llegado como mínimo tres años antes y qué podemos decir de Servo, esa gran promesa tecnológica que ha terminado siendo humo gestionado por The Linux Foundation. Además del propio motor de renderizado, hay características como el multiproceso y el soporte multimedia que terminaron por poner a Chromium muy por delante de Firefox. Es más, Chromium y Chrome mostraron un liderazgo aplastante a nivel de soporte multimedia hasta la aparición del Edge original, que en la actualidad es un proyecto muerto.
Es triste ver que Mozilla haya tenido que morder el polvo a base de bien para empezar a ponerse las pilas y cuidar el único bastión que le queda: Linux. A día de hoy incluso entre los usuarios de Windows y macOS se tiene asumido que si Firefox sigue vivo es gracias a los usuarios de Linux.
En resumidas cuentas, usar Firefox vuelve a ser una experiencia agradable y amena, pero no puedo evitar sentir cierta frustración al ver que Mozilla pudo haberse puesto las pilas 10 años antes para evitar que su navegador esté ahora luchando no por dominar la web, sino por no desaparecer.
Firefox, una resurrección tecnológica que puede ser en vano
Es obvio que, después de ver que se asomaba por el abismo, Mozilla ha empezado a ponerse la pilas para que Firefox vuelva a ser esa tecnología que maravilló al mundo hace década y media, que conquistó a los seguidores del software libre y los estándares web y mostró a Microsoft que las cosas se podían hacer de otra forma. Cierto es que nunca fue el navegador más usado, pero en su mejor momento llegó a tener a aproximadamente a un tercio de todos los usuarios de escritorio.
Y bueno, cuando se comparan navegadores web siempre se habla de sistemas operativos de escritorio, pero pocas veces de móviles. Este ha sido el sector que ha permitido a Chrome ponerle la puntilla a Firefox a través de Android, donde se ha convertido definitivamente en el nuevo Internet Explorer.
El actual Firefox para Android se basa en Fenix y ha dejado divididos a los usuarios debido a que ha traído muchos recortes en comparación con la tecnología anterior, pero a su favor tiene el hecho de que ofrece una experiencia claramente superior con la navegación. Personalmente, el establecer los bloqueadores del propio navegador en estricto me permite prescindir de uBlock Origin al detener los suficientes elementos como para tener una navegación fluida. Además de eso, en varios dispositivos me ha sido más estable que Chrome.
Firefox está resucitando poco a poco, así que su mayor reto en el futuro no será tanto seguir mejorando (cosa que tiene que hacer por obligación) como volver a seducir a los usuarios. Uno de los principales problemas aquí es que la marca ya huele a rancio para muchos y les retrotrae a esa época en la que Chromium le daba palizas monumentales a nivel de rendimiento.