Plasma Bigscreen sigue con su desarrollo, pero ¿merece la pena?
Hace unas horas, KDE ha lanzado Plasma 5.26, y entre sus novedades ha cabido una mención a Plasma Bigscreen. De hecho, han sido dos, si contamos por separado cada una de las nuevas aplicaciones en llegar a nuestras pantallas. Por una parte, han lanzado Plank Player, un reproductor; por otra, Aura, un navegador web. Ambos están diseñados para que sea más fácil usarlos con un mando, y esa es una de las razones de ser de esta imagen o «piel» para Plasma.
Hace un tiempo que yo he hecho de mi viejo Lenovo mi «TV Box». En él tengo Ubuntu 22.04 y Windows 11. Yo preferiría usar Ubuntu para jugar y para ver contenido multimedia, pero Kodi ha decidido no funcionar como debe desde su subida a Matrix, y ahí es donde entra en juego la partición de Windows 11; la uso para lo que Ubuntu no me permite. Recientemente me ha dado por mirar al trabajo de KonstaKANG, y desarrollador que trae a la Raspberry Pi (entre otros) Android, y en su últimos lanzamientos, además, en versión AOSP.
Plasma Bigscreen recuerda a Plasma Mobile
Pero, ¿y qué tiene que ver lo anterior con Plasma Bigscreen? El momento. Justo ahora, cuando soy un mar de dudas sobre qué es mejor para mi uso, KDE nos ha recordado que existe su Bigscreen, por lo que me he decidido a volver a probarlo. La primera sorpresa, y no muy buena, ha sido ver que ya no está disponible la imagen basada en KDE neon. La mala impresión me la ha dado una idea, o más bien una pregunta: ¿tan poco confía KDE en su propuesta para pantallas grandes que ya no lanza la versión basada en el sistema operativo que más controlan? Pero también es cierto que KDE está en todos los rincones, el último en meterse la Steam Deck de Valve.
Superada la primera sorpresa, me ha tocado elegir entre postmarketOS y Manjaro. Esos son los dos proyectos que aparecen al entrar al apartado «Instalar» en la página oficial de «Pantalla Grande». Teniendo en cuenta que ya he usado Manjaro en la Raspberry Pi, y que las imágenes se parecen más a lo que conozco, mi elección ha sido clara. Así que meto una SD en el adaptador, todo en la ranura para tarjetas de mi portátil y la «flasheo» con Imager para asegurarme de que todo sale lo mejor posible (y evitar así echarle la culpa a alguien que no le tiene si algo sale mal).
Inicio mi Raspberry Pi 4 de 4GB y lo que veo está realmente bien. Recuerda mucho a lo que vemos en una tablet y en otros sistemas operativos para televisores, pero a la vez es diferente. Sí se parece mucho a Plasma Mobile, por ejemplo, al abrir una aplicación, que sale como una pantalla de bienvenida con el icono y un color de fondo, que depende de la app. También me ha recordado a la versión móvil de Plasma que no he encontrado la manera de cambiarle el idioma.
Entonces, ¿merece la pena?
Plasma Bigscreen tiene un buen diseño, y yo no he podido usar la opción de interactuar por medio de la voz porque no dispongo de hardware compatible. Pero uno tiene que saber qué necesita y qué uso va a hacer de un dispositivo como la Raspberry Pi. Que no esté en español no ayuda a decantarse por Bigscreen, pero ese sería un problema menor si no fuera por las opciones disponibles.
Por ejemplo, en el hardware que podemos usar Plasma Bigscreen también podemos usar Manjaro ARM, verlo en español e instalar de todo, sólo saliendo perdiendo si lo que queremos es usar sólo un mando. También tenemos Twister OS, con el que podemos tener todo tipo de «temas» y overclockear fácilmente a la placa para mejorar su rendimiento. Y no debemos olvidarnos de Android, el que está desarrollando KonstaKANG y que nos permite tener un Android tipo tablet al que en la actualidad sólo le falta el soporte para aceleración por hardware.
Por lo tanto, respondiendo a la pregunta, creo que ahora mismo hay mejores opciones, pero la cosa puede cambiar en el futuro, sobre todo si usamos un mando o tiramos de KDE Connect para controlarlo todo sin hacer uso de todo un teclado, que aunque sea inalámbrico es menos cómodo. Aún así, si no se olvidan de lo más importante, que es la versión para ordenadores, desde aquí les animo a seguir. Las opciones casi nunca sobran.