Historias de tecnología y mala suerte
Hoy es martes 13, para España y América el día indicado para no salir y evitar tomar cualquier decisión importante. Para nosotros en cambio, una buena ocasión para repasar historias de tecnología y mala suerte.
Por supuesto, que estas historias no ocurrieron en un martes 13 y seguramente sus causas hayan tenido más que ver con incompetencia, mala información y decisiones equivocadas, Pero el día nos da la excusa para conocerlas.
Historias de tecnología y mala suerte
El otro inventor del teléfono
Para cada historia oficial existe una historia paralela, una teoría que explica con lujo de detalles cómo el verdadero héroe fue estafado por quien se llevó los méritos. Pasó con Edison y Tesla y pasa con Graham Bell y Antonio Meucci.
Si los defensores de Meucci tienen razón, y él fue el verdadero inventor del teléfono, tengo que tragarme mi afirmación de que la mala suerte no existe.
Se cree que en 1830 este italiano radicado en Cuba había descubierto que el sonido podía transmitirse como impulsos eléctricos a través de un cable de cobre. En los 50 se muda a Nueva York dónde al quedar su esposa paralizada instala un rudimentario teléfono que unía el dormitorio de ella con el taller. Cuando demostró este dispositivo a la prensa nadie demostró interés.
Meucci tuvo un accidente en un barco de vapor lo que le generó problemas económicos y su esposa vendió sus prototipos por 6 dólares. En los 70 como no le alcanzaba el dinero para pagar la patente solo pudo pagar una reserva y, al vencer esta ni siquiera pudo renovarla.
Cuando Graham Bell, que había compartido laboratorio con Meucci, presentó su propia patente este lo demandó, pero murió antes de que la Corte Suprema dictaminara. Para ese momento Bell ya había firmado un lucrativo acuerdo con Western Union.
El tercer fundador
Casi todo el mundo conoce la historia del baterista despedido justo antes de que los Beatles comenzaran su camino a la gloria pero, muy pocos saben que además de los dos Steve Apple tuvo un tercer fundador.
Wosniak y Jobs apenas tenían 20 años y necesitaban a alguien cone experiencia en la industria para que los mantuviera en vereda. El elegido fue Ron Wayne, un antiguo compañero de Wozniak en Apple que transitaba la cuarentena, Wayne, además se ocuparía de la documentación técnica.
Su labor dentro de la nueva empresa incluyó no solo tareas administrativas (Redacción del primer contrato societario detallando tareas, responsabilidades y participación en el capital) sino también artísticas. El diseño el primer logo de Apple (Un falso grabado de Newton bajo el manzano)
Sin embargo, no duró ni una quincena. Se dio cuenta que no congeniaba bien con los dos Steve y que no iban a tener demasiado en cuenta sus ideas. También había que tener en cuenta que la empresa quebraba era el único que tenía bienes que los acreedores podían ejecutar. Vendió sus acciones por 2300 dólares a pagar en plazos.
Cuando la empresa salió a bolsa en 1980, Wozniak y Jobs se hicieron millonarios. Hoy el 10% de Wayne estaría alrededor de 100 mil millones.
No fue la única venta desafortunada de Wayne. Vendió el contrato original a un coleccionista en la década del 90 por 500 dólares. En una subasta en el 2011 se pagó 1,59 millones.
El verdadero salvador de la manzana
Muchas veces una persona se lleva el mérito por estar en el momento y lugar justo. Otras personas pasaron mucho tiempo planeando y ejecutando acciones que lograrían finalmente el éxito, pero como tuvieron que irse antes fueron otros quienes se llevaron la gloria.
Es el caso de Steve Jobs y Gil Amelio.
Muy poca gente recuerda que Apple estuvo décadas en la cuerda floja hasta que Steve Jobs volvió y gracias al iPod y los dispositivos móviles la transformó en la exitosa corporación que es ahora. Son pocos los que saben que fue Amelio el que hizo el trabajo duro.
El primer acierto de Amelio fue impedir la venta de Apple a Sun. Sun ni siquiera tenía interés en la marca Apple y ofrecía un precio muy bajo. Posteriormente terminaría comprada por Oracle.
Para conseguir efectivo hizo acuerdos con otras empresas como Microsoft, disminuyó la burocracia y, dándose cuenta de que el desarrollo interno del sistema operativo no iba por buen camino compró a una innovadora empresa llamada Next. Next era de Steve Jobs quién, al volver a la junta directiva de Apple, se las arregló para despedir a Amelio.
Es una lástima que Amelio no pensara en usar Linux. La historia habría sido diferente.