Windows pierde 400 millones de usuarios en solo tres años
En los últimos años, el dominio de Microsoft Windows en el mundo de la informática personal está comenzando a mostrar grietas preocupantes. La compañía ha anunciado que su sistema operativo ha perdido 400 millones de usuarios o dispositivos activos desde 2022, una cifra que supone casi un tercio de su base instalada en apenas tres años. Según los últimos datos oficiales, Windows cuenta actualmente con unos 1.000 millones de dispositivos activos, muy por debajo del récord alcanzado hace tan solo tres años.
Este descenso no ha sucedido de la noche a la mañana, sino que es el resultado de una combinación de factores que afectan tanto a usuarios domésticos como profesionales. Los ordenadores con Windows, que durante décadas fueron el epicentro de la informática, están perdiendo peso frente a un mercado en el que los móviles y las tablets cada vez son más capaces y omnipresentes. Muchas personas hoy prefieren usar su smartphone para tareas que antes solo era posible hacer en un PC, desde gestionar documentos hasta consumir entretenimiento.
El efecto dominó de Windows 11 y el estancamiento del sector
Uno de los detonantes de esta pérdida masiva de usuarios ha sido el lanzamiento y la recepción de Windows 11. El nuevo sistema operativo ha estado rodeado de polémica e insatisfacción entre los usuarios, que citan problemas de estabilidad, requisitos de hardware restrictivos —como la obligatoriedad del chip TPM 2.0— y una experiencia de usuario que no termina de convencer. Además, novedades impopulares como la integración de anuncios en el propio sistema y la percepción de que las mejoras son escasas han frenado aún más la migración.
El 53% de los usuarios de ordenadores de escritorio siguen fieles a Windows 10, a pesar de que su soporte oficial finalizará en octubre de 2025. Muchos equipos, incluso en perfecto estado, se han quedado fuera de la actualización a Windows 11 por cuestiones técnicas, forzando a una decisión incómoda: renovar el hardware, seguir usando una versión obsoleta —con todos los riesgos que ello implica— o explorar alternativas como Linux o macOS.
La situación se agrava a medida que otras plataformas ganan terreno. Apple, con sus Mac equipados con chips ARM, avanza sobre todo en entornos profesionales, mientras que ChromeOS crece en el sector educativo y Linux aumenta su cuota en el ámbito público y entre empresas europeas preocupadas por la dependencia tecnológica y el coste de las licencias. Países como Alemania, Dinamarca y Francia han comenzado a abandonar Windows en sus administraciones, optando por software de código abierto.
La amenaza externa y los desafíos internos de Microsoft
Paralelamente, el mundo de los videojuegos, tradicional reducto de Windows, empieza a mostrar signos de cambio ante la presión de SteamOS, el sistema operativo de Valve basado en Linux, que triunfa en consolas portátiles y aspira a conquistar también los escritorios tradicionales.
Mientras tanto, los intentos de Microsoft de reanimar el mercado han tenido poco impacto. Las nuevas funciones de inteligencia artificial en los llamados PC Copilot+ no han generado el entusiasmo esperado entre los consumidores, y muchos usuarios siguen mostrando su malestar en redes sociales y foros como Reddit, donde critican la estrategia de la compañía y la falta de innovación real.
Durante 2025, las cifras muestran que Windows 11 apenas alcanzaba el 36% del mercado, mientras que Windows 10 seguía en torno al 60%. Las estadísticas recientes de StatCounter confirman que, a pocos meses del fin del soporte de Windows 10, más de 500 millones de ordenadores todavía dependen de esta versión. Es poco probable que millones de usuarios cambien de equipo de golpe, por lo que la fragmentación de la base de usuarios se prevé aún más aguda.
Un futuro incierto para Windows
Microsoft es consciente de la gravedad de la situación y sopesa acelerar el desarrollo y lanzamiento de Windows 12 para intentar revertir la tendencia. Sin embargo, la competencia directa de sistemas operativos alternativos y el avance imparable de los dispositivos móviles y la nube hacen que la hegemonía histórica de Windows esté en entredicho como nunca antes.
La próxima renovación digital del escritorio dependerá de una decisión clave de millones de usuarios: renovar el hardware para seguir en el ecosistema Windows, resistirse al cambio y asumir los riesgos, o simplemente buscar una alternativa más flexible y moderna. La pérdida de 400 millones de usuarios en pocos años refleja claramente que la era de dominio absoluto de Windows está tocando a su fin y que Microsoft tendrá que reinventar su estrategia si quiere volver a marcar la pauta en la informática personal.