Nvidia invierte 5.000 millones en Intel y sella una alianza de chips
El movimiento de Nvidia para inyectar 5.000 millones de dólares en Intel consolida una relación que, más allá de lo simbólico, persigue objetivos muy concretos: reforzar la innovación en PC y centros de datos y acelerar el despliegue de soluciones de inteligencia artificial. No es un cheque al azar; es una apuesta por influir en el diseño de la próxima hornada de hardware.
En paralelo, la operación llega en un contexto en el que Intel busca estabilizar su hoja de ruta tras varios altibajos, mientras Nvidia, convertida en referencia del mercado de IA, extiende su alcance hacia componentes clave del ecosistema x86. La colaboración no nace de la nada: responde a la necesidad de alinear CPU y GPU en arquitecturas más integradas.
Detalles de la operación y participación resultante
Según han comunicado ambas empresas, Nvidia compra acciones ordinarias de Intel a 23,28 dólares por título. Con ese desembolso, la tecnológica pasará a controlar en torno a un 4% del capital tras la emisión de nuevas acciones, una cifra relevante que la sitúa entre sus principales accionistas minoritarios.
El precio pactado supone un descuento frente al último cierre previo al anuncio, pero es superior al desembolso realizado por la Administración estadounidense en agosto, cuando adquirió cerca del 10% de Intel a 20,47 dólares por acción. Esta toma de participación pública se enmarca en la estrategia de mantener capacidades de fabricación en EE. UU. en un sector considerado crítico.
El refuerzo financiero de Intel no se limita a este acuerdo: en las últimas semanas se han sumado 2.000 millones de SoftBank y paquetes de ayudas públicas por 5.700 millones, además de desinversiones como la venta del 51% de su negocio de chips programables Altera a un fondo especializado.
En los mercados, el anuncio desató una fuerte reacción alcista en Intel, con avances superiores al 20% y picos intradía por encima de los 30 dólares, mientras que Nvidia también repuntó en torno al 3%. La compañía de Jensen Huang mantiene una capitalización de más de 4 billones de dólares, lo que subraya su peso en la industria.
Desde el punto de vista del gobierno corporativo, el pacto está sujeto a aprobaciones regulatorias habituales y no implica cambios en los planes de producto ya anunciados por ninguna de las dos, un matiz que ambas han remarcado para dar visibilidad y estabilidad a sus hojas de ruta.
Colaboración tecnológica para centros de datos y PC
El corazón del acuerdo es técnico. Para centros de datos, Intel desarrollará CPU x86 personalizadas que Nvidia integrará en sus plataformas de infraestructura de IA. La conexión entre componentes se articulará mediante NVLink y otras interconexiones de alta velocidad que permiten escalar clústeres con decenas o cientos de chips trabajando en paralelo.
En el terreno del mercado de consumo, ambas compañías colaborarán en SoC x86 con chiplets de GPU Nvidia RTX orientados a PC, con el propósito de reforzar la integración entre CPU y GPU y ganar eficiencia en cargas de trabajo gráficas y de IA local. Es un paso más allá de las integraciones previas en portátiles de alto rendimiento.
Conviene precisar un punto clave: el acuerdo no contempla, por ahora, que Intel fabrique las GPUs de Nvidia en sus fundiciones. Se trata, más bien, de un marco de co-diseño y suministro cruzado en el que Intel aporta CPUs a medida y Nvidia incorpora su pila de computación acelerada.
Ambas partes han señalado que no hay licencias de tecnología cruzadas vinculadas a este anuncio ni cambios en los calendarios de producto ya comunicados. La colaboración está pensada para varias generaciones de soluciones, lo que da continuidad a medio plazo sin comprometer decisiones futuras sobre fabricación.
Para Intel, la entrada en la arquitectura de referencia de los grandes clústeres de IA de Nvidia supone una vía de ingresos adicional y una oportunidad para recuperar tracción frente a rivales como AMD o Broadcom en servidores de nueva generación. Para Nvidia, ofrecer configuraciones con CPU x86 ajustadas a sus necesidades es una palanca para optimizar rendimiento y disponibilidad.
Efectos en el sector y en los mercados
El pacto lanza un mensaje al conjunto de la cadena de suministro. Aunque TSMC sigue siendo el socio fabril de referencia para los chips más avanzados de Nvidia, esta alianza abre la puerta a futuras diversificaciones de proveedores si las condiciones técnicas y económicas acompañan, un frente que el mercado seguirá de cerca.
Para AMD, la presión es doble: en servidores de IA, la sintonía entre las plataformas de Nvidia y CPUs x86 de Intel recorta márgenes de maniobra; en PC, la posibilidad de SoC con GPU RTX integrada eleva el listón competitivo frente a Ryzen en equipos de sobremesa y portátiles.
El contexto más amplio de Intel explica por qué esta inversión pesa. La compañía atraviesa un proceso de restructuración con ajustes de plantilla (objetivo de 75.000 empleados a finales de 2025) y revisión de su despliegue fabril, tras un segundo trimestre con ingresos de 12.860 millones y pérdidas por acción de 0,10 dólares, afectado por deterioros contables y depreciaciones aceleradas.
La llegada de capital privado y público persigue sostener la apuesta de Intel Foundry como negocio independiente y competitivo. Analistas del sector insisten en que, para que esa división despegue, será crucial atraer volúmenes de clientes externos de manera sostenida, un objetivo en el que acuerdos estratégicos como el actual pueden resultar palancas relevantes, sin que ello implique cambios inmediatos en quién fabrica qué.
Desde el lado de la narrativa corporativa, Jensen Huang ha subrayado que la unión de la pila de IA y computación acelerada de Nvidia con el ecosistema x86 de Intel sienta las bases de una nueva etapa de la computación; en paralelo, Lip‑Bu Tan ha destacado que sus plataformas para centros de datos y cliente, combinadas con capacidades avanzadas de empaquetado, complementan el liderazgo de Nvidia en IA. Son mensajes alineados con un objetivo práctico: acelerar el tiempo de llegada al mercado de soluciones completas.
Con este telón de fondo, la jugada de Nvidia no supone un giro brusco de timón, sino un paso táctico y financiero que fortalece a un socio clave, amplía su influencia en la arquitectura x86 y envía una señal de estabilidad a clientes y reguladores. El tablero competitivo se mueve, y esta alianza coloca nuevas piezas en posiciones relevantes.