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Distro-hopping: qué es y mi historia personal probando diferentes distribuciones Linux

Distro-HoppingDistro-hopping: acto de probar nuevas distribuciones Linux con la esperanza de encontrar la perfecta para nosotros. En realidad, lo anterior es una definición inventada, intentando recoger en pocas palabras la explicación de lo que es el distro-hopping. La mayoría de usuarios de Linux que han usado un sistema con el kernel durante algún tiempo sabe lo que es, lo ha hecho o ha sentido la necesidad de hacerlo. Pero, ¿por qué lo hacemos?

La respuesta debe ser porque podemos. Cuando uno usa Windows o macOS, tiene que hacerse al sistema operativo, pero cuando estamos en Linux podemos hacer que el sistema se haga a nosotros. Podemos modificarlo todo, o, si no nos gusta o no sabemos retocar, podemos hacer distro-hopping, probando distribuciones completas para ver si terminamos con esa sensación de que hay algo que no va del todo bien.

La variedad nos invita a probar alternativas

Linux es el núcleo, y el sistema completo es GNU/Linux. Un mismo sistema puede estar en muchas versiones, como es el caso de Ubuntu, que aunque sólo recibe el nombre sin apellido la edición principal en GNOME lo son también Kubuntu, Lubuntu y así hasta 11 sabores oficiales. Basado en Ubuntu también encontramos propuestas como las de Linux Mint o elementary OS, y es la variedad la que nos invita a hacer distro-hopping.

Cuando estamos notando algo que no nos hace sentirnos cómodos y nos enteramos de que hay opciones que podrían tener la solución, nos planteamos cambiar. Y para entender mejor todo esto del distro-hopping, qué mejor que una historia real: la mía.

Mi historia con el distro-hopping

Aunque el distro-hopping es dar saltos entre distribuciones de Linux, en mi historia se empieza con Windows y aparece Mac OS X (ahora macOS). Y dice así:

Cansado de lo lento que iba mi Windows XP, probé Ubuntu 6.06 en una máquina virtual. Parece imposible, pero me iba más rápido Ubuntu dentro de Windows que Windows de nativo. Usé esa máquina virtual durante 6 meses antes de formatear y usar Ubuntu de nativo, algo que hice cuando me aseguré de que no iba a echar nada en falta.

Estuve contento durante algo menos de 3 años, hasta que me puse a hacer música y me compré un iMac. Me gustó Mac OS X, no voy a mentir, como tampoco mentiré al asegurar que la única manera en la que volveré a tener un Mac será si me sobra el dinero. Al mismo tiempo me compré un portátil de 10″ (no había tablets, o no eran populares) y ahí le metí Ubuntu otra vez, por lo que nunca dejé Linux por completo. Poco después, Canonical le metió Unity a Ubuntu, y claro, un portátil con recursos limitados no era capaz de moverlo. Fue entonces cuando empezó mi distro-hopping real.

¿Y qué saltos di en mi distro-hopping?

  • Ubuntu Netbook: hubo una versión diseñada para este tipo de aparatos, ahora descontinuada. Era muy diferente y no me gustó, por lo que había que seguir buscando.
  • elementary OS: en un grupo de Telegram, me comentaron que elementary era liviano, por lo que lo instalé. Su manera de gestionar el escritorio no me gustó, por lo que volví a cambiar.
  • Kubuntu: me encantó, pero Plasma tenía tantos bugs en mi equipo que no fui capaz de mantenerme en él.
  • Lubuntu y Xubuntu: la mayoría del tiempo usé Lubuntu y Xubuntu, más el primero que el segundo, pero acostumbrado al GNOME 2 que me permitía hacer de todo, me sabía a poco.
  • Linux Mint: me enteré de que existía esta distro basada en Ubuntu y que iba bien en equipos de recursos limitados, por lo que lo usé un tiempo.
  • Ubuntu MATE: Martin Wimpress vino a rescatarme y lanzó Ubuntu MATE. Era como el Ubuntu clásico, pero adaptado a los nuevos tiempos. Y ahí me quedé un tiempo… hasta que un problema que no supe solucionar me impedía apagar el equipo y algún que otro glitch.
  • Ya sin el portátil de 10″, y con otro flojito pero de 15’6″, volví a Ubuntu, aunque Unity no me gustaba. No yendo rapidísimo, iba mucho mejor que el Windows con el que vino, así que lo usé.
  • Más tarde se me ocurrió volver a probar Kubuntu, vi que KDE había mejorado muchísimo y me quedé en él durante un par de años.
  • Por comentarios aquí en LXA, que decían, no sin razón, que la mayoría de lo que publicábamos estaba relacionado con Ubuntu, me decidí a probar algo diferente: Manjaro. Y es lo que uso en mi día a día.

Mi próximo salto… si lo doy

Ahora le tengo echado el ojo a Garuda Linux, opción con la que «juego», no de jugar, ya que es una distro en parte diseñada para el gaming, de vez en cuando. Pero Manjaro no me la ha liado lo suficiente como para querer abandonarlo. También tengo otro portátil que uso de centro multimedia que tiene Ubuntu, por eso de tener más de una opción y el soporte/información.

Quédate con lo que te haga sentirte cómodo

Incluso si es Windows, hay que quedarse en lo que nos haga sentirnos cómodos. El distro-hopping obliga a empezar de cero a cada salto, y yo sólo lo recomiendo cuando algo nos falla más de lo uno puede asumir. También recomiendo probar sistemas en pendrives con instalaciones completas, que aunque no sea lo mismo que hacerlo en un disco duro, nos puede dar una idea aproximada de cómo funcionaría en nuestro equipo. De esta manera podemos probar casi cualquier distro sin tocar nuestro sistema por defecto, y así nos aseguraremos de que el salto no va a ser sin paracaídas.

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