El éxito de Linux Mint está en dar al usuario lo que necesita
El reciente lanzamiento de Linux Mint 19.3 “Tricia” ha consolidado a esta distribución como la gran alternativa a Windows, sobre todo porque, admitámoslo, es lo más parecido al sistema de Microsoft que hay en todo el espectro GNU/Linux.
Los más veteranos posiblemente hayan visto una notable evolución de Linux Mint como distribución. Si en la década pasada era poco más que una Ubuntu personalizada que a niveles generales aportaba poco (muy poco), en la actualidad es la derivada directa más interesante, aportando no solo un agradable aspecto con el verde apagado como color principal (inspirándose claramente en Mac), sino también todo un ecosistema de aplicaciones y un entorno de escritorio que se ha mostrado como la solución más equilibrada dentro de segmento, ofreciendo versatilidad y sencillez a la vez.
Desde el punto de vista técnico, a nivel de usabilidad el escritorio GNU/Linux se ha enfrentado a dos grandes barreras: la falta de automatismos y la falta de herramientas gráficas que ayudasen a solucionar problemas banales. Sobre lo primero, en mi opinión el líder es Fedora Workstation gracias a la gran integración que ofrecen GNOME, PulseAudio y systemd, y donde más aprecio los automatismos no es en tareas complejas en donde las letras caen por la consola como a cual Matrix, sino en cosas tan simples como usar un HDMI.
Una cosa que aprecio de GNOME (Ubuntu también es capaz de hacer esto, pero lo implementó mucho después) es que, tras pasarme un par de horas viendo contenidos en Prime Video, puedo desconectar el HDMI del televisor y recuperar tanto la configuración de la pantalla como la de sonido. Lo primero me ha funcionado correctamente con cualquier entorno, pero lo segundo, en ocasiones, se convertía en una pesadilla. De hecho, en Plasma 5 muchas veces tengo que recurrir a Pavucontrol (a ser posible la versión Qt) para poner la configuración correctamente y volver a escuchar a través de los altavoces del portátil. Sí, pequeños detalles como este terminan arruinando la experiencia con un escritorio Linux. Hay que ser realistas.
En lo que respecta a las herramientas gráficas que asisten al usuario, Linux Mint lleva la delantera, y ahora más que nunca. Gracias a Mint Report (“Informes del sistema” en castellano) el usuario no tiene por qué estar encima del sistema o tener que estar preguntando en foros o a través de Google para obtener las respuestas que necesita, ya que el sistema se encargará de avisarle de la carencia que tiene para subsanarla de una forma bastante desatendida. Este mecanismo no es en sí mismo novedoso debido a que otras distribuciones incluyen cosas similares, pero no ofrecen ni por asomo todo el soporte de terceros que tiene Ubuntu y encima Mint lo hace más que su distribución madre. ¿Carencias en el soporte multimedia o de paquetes de idioma? Mint ahora se encarga de que todo sea lo más fácil posible para que el usuario no tenga que perder su tiempo resolviendo problemas banales.
En resumidas cuentas, el éxito de Linux Mint está en darle a la gente lo que necesita, lo que demanda para que el sistema operativo sea lo que tiene que ser: un medio. En el espectro de GNU/Linux se ha pecado tradicionalmente de ver el sistema operativo como un fin y no como un medio, un tótem al que adorar y no como una herramienta para producir y realizar otras tareas lo más fácilmente posible, y ese es el mensaje que ha captado la comunidad de Linux Mint para convertir a su distribución en la gran punta de lanza de los sistemas GNU/Linux en el escritorio y en la mejor alternativa a Windows 7.