Linux Adictos Diego Germán González  

El principio del fin. La prehistoria de Unix parte 9

El principio del fin

Los laboratorios Bell albergaron a varios de los científicos más inteligentes de su generación. Algunos incluso llegaron a ocupar cargos gerenciales en la empresa madre. Sin embargo, fueron incapaces de ver el cambio que estaba sucediendo a su alrededor. Cambio que en gran parte era responsabilidad de los laboratorios Bell. Entender esta historia nos servirá para comprender por qué Unix se convirtió en el sistema operativo de referencia y, por qué en lugar de utilizarlo hoy la mayoría de las computadoras corren reimplementaciones o inspiraciones. Para los que me lo reclaman, cuando termine esta serie y antes de empezar con la historia de Unix, prometo publicar las fuentes bibliográficas.

El principio del fin de una institución

Los directivos de la AT&T cometieron el peor de los pecados. Se olvidaron de que dirigían una empresa. Ellos veían a su monopolio como una institución estadounidense al nivel de la torta de manzanas, los fuegos artificiales del 4 de julio o el partido de fútbol americano del Día de Acción de Gracias. Prefirieron ignorar las señales de que había políticos y burócratas que estaban dispuestos a recordárselo (Eso será parte del siguiente artículo) pero, tuvieron que enfrentarlo cuando fueron los propios consumidores estadounidenses quienes enviaron claramente el mensaje.

Cuando, en la segunda década del siglo XX, Theodore Vail se hizo cargo de la compañía decidió abandonar el sistema de expansión agresiva de sus predecesores y pactar las condiciones de un monopolio con las autoridades nacionales y estatales. En aquel momento un monopolio tenía sentido ya que las inversiones necesarias para construir un sistema de comunicaciones integrado (sobre todo en una geografía tan extensa y variada como la de USA) estaban solo al alcance de grandes compañías o gobiernos.

Vail no solo fue quién sugirió a las autoridades la creación de entes reguladores. También les enseñó que era lo que tenían que regular. Estableció como objetivo el ofrecer un servicio básico a nivel local a precios accesibles. Las comunicaciones de larga distancia eran más una necesidad de las grandes corporaciones y entes estatales que podían pagar tarifas más altas.

Me sorprendió saber que una de las fuentes de ingresos de la AT&T no tenía que ver con las comunicaciones sino con las finanzas. La empresa conseguía préstamos a tasas bajas para financiar la instalación de líneas y equipos. A su vez se las financiaba a los clientes a tasas un poco más elevadas quedándose con la diferencia.

Cambia, todo cambia

A principio de los cincuenta fue evidente para muchos que el sistema tenía que modificarse. La expansión de la red de carreteras, la popularización del automóvil, la emancipación de la mujer y la cantidad de gente que vio mundo gracias a la segunda guerra mundial produjeron cambios sociales profundos.

En primer lugar, los adolescentes comenzaron a buscar formas de diferenciarse de sus padres. En segundo, la gente se acostumbró a viajar lejos de casa. Cuando se construyó el monopolio, el objetivo era que la gente utilizara el teléfono dentro de su pueblo. Ahora se utilizaba cada vez más en llamadas de larga distancia. El problema era que en el esquema imaginado por Vail las comunicaciones a larga distancia subsidiaban las llamadas locales ya que el sistema se veía como una red de redes locales.

Y, no nos olvidemos del desbarajuste provocado por el amigo Shannon al demostrar como por el mismo sistema telefónico era posible transmitir señales de video y datos.

La AT&T barrió el problema abajo de la alfombra. En lugar de redefinir su servicio como una sola red para transmitir múltiples tipos de datos y enfocada a la larga distancia, decidió multiplicar sus esfuerzos en el negocio tradicional. Claro que hacer lo primero hubiera significado discusiones con los entes reguladores estatales y nacionales, y, eventualmente renunciar al monopolio.

Fue así como la empresa inició una campaña agresiva para la gente utilizara más el teléfono e incluso contratara una segunda o tercera línea. La Western Electric hizo la gran Apple diseñando aparatos que fueran decorativos. Incluso intentó (y fracasó) vender un videoteléfono en el mercado corporativo.

Como compensación empezó a ofrecer descuentos a grandes usuarios de llamadas de larga distancia.

Lo que tiene de bueno el capitalismo, es que siempre alguien detecta una necesidad y la satisface, siempre que sea rentable y sin importar que las regulaciones prohíban hacerlo. La AT&T tenía vedado el ingreso al mercado informático y era tanta su devoción al privilegio monopólico que evitaba comercializar equipos que pudieran identificarse como una computadora. Sin embargo, otras empresas a pesar de los impedimentos legales no vacilaron en comercializar centrales telefónicas automáticas y modems mucho más baratos. Con el correr del tiempo, los jueces fallarían a favor de estas empresas convirtiéndolas en legales.

¿Se acuerdan de los descuentos en llamadas internacionales para grandes usuarios? En seguida alguien descubrió el negocio de la intermediación. Compraba grandes planes de datos y los fraccionaba para que los usuarios individuales se beneficiaran de los menores costos. También la AT&T fracasó en impedirlo.

Y, por último, vino la inflación. Las bajas tasas de financiamiento que conseguía la compañía quedaron en el pasado. Y, como no podía aumentar las tarifas a los usuarios, lo que antes era una forma de ganar dinero ahora se transformó en una sangría de fondos.

Lo prometo, un artículo más y llegamos a Unix.

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