El proyecto Open Insuline. Buscan bajar el costo del tratamiento de la diabetes
El proyecto Open Insuline busca aplicar los principios del código abierto al desarrollo de la hormona que es parte del tratamiento. En caso de tener éxito se podría reducir drásticamente el costo para los pacientes.
La diabetes es una enfermedad que provoca que los niveles de azúcar en sangre (glucosa) sean más altos de lo normal. En las personas normales este nivel lo controla una hormona llamada insulina.
El costo del tratamiento
En caso de no generar suficiente insulina, una persona puede experimentar un alto nivel de azúcar en la sangre, o hiperglucemia. La hiperglucemia, a largo plazo, puede causar enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares, enfermedades renales y daños en los nervios. En el peor de los escenarios se produce cetoacidosis, el hígado libera demasiadas cetonas en la sangre, lo que la vuelve ácida y puede terminar en la muerte.
Para algunos tipos de diabetes, el tratamiento consiste en suministrar insulina producida en laboratorios. Algunos países se la suministran a los pacientes en forma gratuita, mientras que en otros la deben pagar de su bolsillo.
Para tener una dimensión del costo de la insulina artificial, digamos que de los 327.000 millones de dólares anuales en gastos de atención de la enfermedad, 15000 millones se los llevó la insulina. Un 4,60%
En ese país la insulina triplicó su precio de 2002 a 2013 y volvió a duplicarse de nuevo entre 2012 y 2016. En 1996, un frasco de una determinada marca costaba 21 dólares. Hoy, el precio de lista es de 324 dólares, un aumento de más del 1.400%.
Aunque la producción de insulina en si misma no tiene patentes vigentes, si las tienen los procedimientos de fabricación. Las compañías farmacéuticas los modifican constantemente para que sigan vigentes. En su defensa alegan que lo que comercializan son análogos sintéticos que han sido ajustados para que duren más tiempo o actúen más rápido,
El proyecto Open Insuline
Anthony Di Franco, un científico computacional con diabetes tipo 1, fundó el grupo detrás del proyecto en el año 2015. Lo hizo cuando, encontrándose temporalmente sin cobertura médica, tuvo que pagar la insulina de su bolsillo.
Él y sus colaboradores piensan que una solución a la crisis de precios es permitir que los pacientes y los hospitales creen ellos mismos la insulina.
Uno de los integrantes del proyecto, el biólogo molecular Thornton Thompson, lo explica de esta forma:
Si podemos hacer estas cosas en nuestro laboratorio con un presupuesto de 10.000 dólares al año, no hay razón para que cueste tanto. Uno de los grandes objetivos del proyecto es sólo demostrarlo.
El objetivo de Open Insulin es desarrollar una forma de generar insulina que no infrinja ninguna patente y que pueda ponerse a disposición del público. Comenzaron recaudando 16.000 dólares a través de una campaña de crowdfunding en noviembre de 2015.
Los científicos fabrican insulina insertando un gen que codifica la proteína de la insulina en la levadura o en las bacterias. Estos organismos se convierten en minifábricas y comienzan a escupir la proteína, que luego puede ser cosechada, purificada y embotellada.
En los últimos meses se consiguieron avances. El bioquímico francés Yann Huon de Kermadec, a cargo del proceso de fabricación,logro obtener el gen de insulina adecuado y su inserción en el ADN de la levadura. Esto ha producido pequeñas cantidades de la proteína de la insulina. Como los rendimientos han sido demasiado bajos para purificar, está experimentando con diferentes colonias de levadura para ver si se puede aumentar la producción.
Una vez que se logre la producción suficiente, se complete el procedimiento de purificación y se determine que es insulina, el propio fundador del proyecto actuará como conejillo de Indias.
Lo próximo que tendrán que definir es como se pone la insulina a distribución del público. Si quisieran producirla y distribuirla tendrían que obtener la aprobación del ente regulador. En cambio, como la autoproducción de medicamentos no está regulada, lo más probable es que el procedimiento se distribuya bajo alguna licencia de código abierto para que esté a disposición de hospitales y otros grupos de pacientes.
Sin embargo, esto presenta riesgos. Dejar la fabricación en manos de no profesionales podría producir una insulina con serios problemas de calidad.