GNOME: quién te vio, quién te ha visto y quién te ve [Opinión, y un poco de historia]
Hace unos instantes he estado haciendo algunas cosas en Ubuntu. Yo, que ahora casi siempre uso KDE/Plasma, lo noto pesado. Cuando quiero hacer varias cosas a la vez, veo un mensaje de «Esta aplicación no responde» y la posibilidad de forzar salida. Es algo que he visto muy poco en Linux y bastante en GNOME, pero he de decir que lo uso en un equipo bastante discreto. De ahí que mire al pasado y recuerde cómo era GNOME hace años.
Yo usé Linux por primera vez en el verano de 2006. Lo hice en una máquina virtual, y Ubuntu iba más rápido siendo huésped que mi Windows XP de anfitrión. Cuando comprobé que podía vivir sin el sistema de Microsoft me pasé a Linux, y por aquel entonces estaba GNOME 2.6. No era bonito, pero sí rápido y estable. Mi puntero dejó de mostrar el icono de que se estaba esforzando, y dejé mis dolores de cabeza y estrés informáticos atrás.
GNOME 3.x no le sienta tan bien a equipos discretos
Cuando Canonical lanzó Unity, muchos usuarios de Linux empezamos a probar alternativas. Hubo un sabor oficial llamado Ubuntu GNOME, pero desapareció cuando volvieron al escritorio que siguen usando hoy en día. Unity destrozaba los equipos en los que Ubuntu sí funcionaba días antes, y con la vuelta a GNOME se recuperó algo de velocidad. Algo.
Desde el momento en el que Ubuntu volvió a GNOME, el escritorio pasó a usarse en la versión principal de los sistemas operativos Linux más populares, entre los que también están Debian y Fedora. En la actualidad, alrededor del 40% usan el escritorio del que estamos hablando en este artículo, pero también somos muchos los que preferimos algo más personalizable y que funcione un poco más ligero.
El «Windows de Linux»… de algún modo
Sí, de algún modo, GNOME es el Windows de Linux. Aunque sé que en esta comunidad hay gente con conocimientos y no se queda en lo primero que le ofrecen, también sé que hay muchos que se quedan en GNOME porque es lo «normal» en Ubuntu, Fedora, Debian e incluso Manjaro lo ofrece como versión oficial. Además, muchos equipos que se venden con Linux preinstalado lo hacen con la versión principal de Ubuntu.
También se parece a Windows en cuanto a que es menos personalizable y pesado que otros escritorios, como KDE/Plasma. Mi portátil más flojo, el pobre con un i3, 4GB de RAM y disco rígido, no mueve nada bien ni Ubuntu ni la edición de Manjaro con GNOME. Cada dos por tres veo el mensaje de que hay una aplicación que no responde, algo raro de ver en Plasma, Xfce o LXQt.
Pero ojo, no todo en «Windows» es malo. Es más sencillo de usar, y en un equipo decente, al no ofrecer tantas opciones, tampoco se suelen ver los pequeños fallos que veíamos a toneladas en las viejas versiones de otros escritorios. Además, los gestos de GNOME 40 en adelante son algo que envidian otros proyectos.
Las cosas mejorarán, pero algunos nos quedaremos atrás
GNOME ha ido dando pasos adelante en las últimas versiones, y en la v40, además de los gestos, se ganó en fluidez, algo que aún mejoró más en la v41. Además, el marzo que viene incluirán novedades como la nueva herramienta de capturas de pantalla que también permitirá grabar vídeos, por lo que no podemos decir que sea una mala opción. Este artículo no va sobre eso. Va sobre el equilibrio. Sobre si es mejor lo sencillo y bonito o lo más complicado y menos bonito, pero más rápido.
En parte, este artículo es el de alguien que siente envidia. Alguien despechado. Desencantado. Alguien al que le gustaría usar GNOME si fuera más rápido en todos sus equipos y las aplicaciones fueran como las KDE Gear. Esto último no es 100% necesario, pero sí me gustaría no ver esos mensajes para «Forzar Salida».
En mi opinión, si el proyecto sigue por este camino, y más ahora que han abierto su «Círculo» de apps, el escritorio más usado podría ser también el mejor, por lo menos para los que tengan un equipo medio decente. En cuanto a si lo usaré como escritorio principal, es probable, si KDE no cambia algunas cosas como los gestos. Eso sí, tendré que hacerlo en mi mejor portátil o cuando retire el menos potente.
A mí me gusta. Y me disgusta. Y, bueno, este artículo es de opinión.