Hyper Light Drifter, un delicioso reto retro
Vamos a dedicar en esta ocasión una review a uno de los mejores juegos para Linux de 2016, Hyper Light Drifter, un título que ha sido bastante bien recibido y que sobre todo se encarga de resucitar viejas esencias más bien propias de la era de los 16 bits, que es a fin de cuentas la generación dorada de los videojuegos. Sin lugar a dudas, estamos ante unos de los juegos indie más destacados del pasado año.
Zelda y Metroid son, junto con Half-Life, mis sagas de videojuegos favoritas. Cuando descubrí Hyper Light Drifter me llamó mucho la atención a nivel artístico por el uso del pixel art, pero cuando leí que se trataba de una especie de fusión de Zelda 2D y Metroid con aderezos de Dark Souls mi hype se elevó hasta la estratosfera.
Aun así, debido a que no disponía de mucho tiempo para jugar, tuve que esperar hasta otoño para comprarlo y puedo decir que no me ha defraudado ni un ápice, siendo el juego que más estoy disfrutando en muchos años. Se nota que los desarrolladores conocen bien tanto Zelda como Metroid y han sabido mezclar lo mejor de ambos juegos, combinando una jugabilidad sencilla con una experiencia de juego desafiante y profunda.
Los que hayan jugado a Zelda: A Link to the Past y Super Metroid sin duda reconocerán elementos “intangibles” de ambos juegos en Hyper Light Drifter. Del primero toman sobre todo la perspectiva cenital y parte del sistema de control, mientras que del segundo toman las pocas indicaciones a la hora de avanzar por el juego, el misterio que rodea todo y la posibilidad de disparar en diagonal.
Al contrario que muchos juegos actuales, que resultan pasilleros y están llenos de ayudas y QTE, en Hyper Light Drifter se invita al jugador a perderse por su retorcido mapeado, y es que al igual que en los mejores Zelda y Metroid, uno disfruta perdiéndose debido a que siempre hay cosas que hacer, ya sea alguna tarea secundaria o buscar ítems para mejorar al protagonista. No, aquí no hay nada masticado, el jugador tendrá que apañárselas en todo momento para avanzar, algo que es de agradecer en una época en la que muchos títulos se pueden superar con “piloto automático”. Por otro lado tenemos los jefes finales, los cuales pondrán a prueba la habilidad del jugador a pesar de sus simples patrones de ataque. Aunque tiene fama de difícil, la verdad es que no he encontrado en Hyper Light Drifter un título que termine ahogando al jugador.
Después de explicar la mecánica y el concepto de juego que maneja el título que nos ocupa, vamos a analizar cada uno de los puntos básicos: ordenadores utilizados, gráficos, sonidos, jugabilidad y diversión.
Ordenadores utilizados
Sobremesa:
- CPU: Intel Core 2 Quad Q8300 de 2,5GHz (con Intel Microcode instalado).
- 8 gigabytes de RAM.
- GPU: NVIDIA GTX 650 de 1GB de VRAM con el driver privativo 375.26.
- Sistema operativo: Manjaro Linux KDE con el kernel Linux 4.4.
- Resolución principal: 1920×1080 (FullHD/1080p).
Portátil:
- Toshiba Satellite Pro P200.
- CPU: Intel Core 2 Duo T7300 a 2GHz (con Intel Microcode instalado).
- 4 gigabytes de RAM.
- GPU: ATI Mobility Radeon HD2600 de 256 megabytes de memoria compartida soportada con Mesa 13.
- Sistema operativo: Manjaro Linux KDE con el kernel Linux 4.4.
- Resolución:
- Nativa : 1440×900.
- Para el juego: 848×480.
Gráficos: 7,5
Hyper Light Drifter es un juego bastante atractivo que entrará por los ojos de aquellos que les gusten los juegos en 2 dimensiones. El uso tanto del pixel art como de la paleta de colores es acertadísimo y le da un aspecto realmente bello, además de saber potenciar esas sensaciones de soledad y decadencia mientras el jugador va recorriendo el juego.
Sin embargo, no todas son luces en un apartado gráfico con un acabado artístico impecable. Por un lado, a nivel de recursos resulta realmente exigente, pidiendo como requisito 512 megas de memoria dedicada a nivel de GPU. Esto lo he notado en mi portátil Toshiba, en el cual tengo que bajar la resolución hasta 848×480 para casi eliminar las ralentizaciones. Lo peor es que puedo jugar a Half-Life 2, un juego teóricamente más exigente en cuanto procesamiento gráfico, a nivel medio-alto sobre ese ordenador con una fluidez aceptable, y todo esto antes de tener Mesa 13 instalado, que ha mejorado el rendimiento de OpenGL de forma notable.
Luego, el jugador tiene que domesticar la vista, porque el uso del pixel art hace que a veces cueste distinguir los elementos. ¿Es eso suelo o un vacío por el cual puedes caer?, ¿se pueden romper esos elementos que se ven pegados a la pared? Sí, en algunas ocasiones resulta confuso, sobre todo al principio.
Sonido: 8,5
El apartado sonoro es uno de lo puntos fuertes de Hyper Light Drifter. Por un lado tenemos unos efectos de sonido que si bien no son rompedores, sí cumplen sobradamente bien su cometido, aunque tampoco se puede decir que haya una gran variedad de estos, algo muy normal en este tipo de juegos (sobre todo cuando eran el estándar hace más de 20 años).
Por otro lado, la banda sonora es sin duda magistral, habiendo cosechado muchos elogios por parte de la crítica y vendiéndose como un DLC aparte. Cada uno de los mundos tiene sus propias melodías totalmente acordes con los entornos que el usuario visita y todas tienen una composición exquisita, potenciando de manera notable la sensación de soledad y misterio que nos acompaña en todo el juego.
La gran banda sonora es uno de los elementos que incitan a perderte por este juego, ya que proporciona una ambientación increíble. Por si a alguien le interesa, está en Spotify o Deezer.
Jugabilidad: 7 / 8,5
No, no se me ha colado nada mientras redactaba, la realidad es que el juego se lleva una nota doble en este apartado, y voy a contar por qué.
Por un lado tenemos la jugabilidad con teclado y ratón, la cual resulta un poco caótica. Esta disposición nos obliga a jugar con “7 ojos”, ya que por un lado hay que estar pendiente del protagonista y de su ubicación, mientras que por otro tenemos que vigilar donde está el puntero del ratón, el cual nos ayuda a apuntar con las armas de fuego y dirigir los ataques del protagonista. Después de muchas horas de juego, concluyo que Hyper Light Drifter está diseñado para ser jugado con un mando.
En muchas ocasiones el tener que atacar y esquivar a la vez se volvía complicado y me exponía con facilidad a los ataques enemigos. De hecho el caos era tal (y cuidado con los movimientos de cámara) que tuve que esperar a que me llegara el Steam Controller para poder acabar con uno de los jefes finales. ¿Hay algún aspecto donde el teclado y el ratón sea mejor que usar un mando? Sí, y es en la tarea de apuntar, pero por lo demás se pierde por todas partes, por eso la nota en jugabilidad con la disposición de teclado y ratón es un 7.
Con un mando la cosa cambia radicalmente. Por un lado es un poco más difícil apuntar, cierto, pero por otro se gana mucha movilidad, por lo que resulta mucho más sencillo esquivar y atacar a la vez, pudiendo reducir drásticamente la cantidad de golpes recibidos. El control con mando es mucho más fluido y la respuesta del protagonista es rápida y precisa, permitiendo combatir con varios enemigos a la vez más fácilmente que con teclado y ratón. Además, el usar un stick analógico para el desplazamiento permite andar y no estar corriendo todo el tiempo, algo que es de agradecer cuando se quiere sortear ciertas partes de plataformas. Con un mando, el control del protagonista recuerda mucho a las bases empleadas en Zelda: A link to the past, aunque con la diferencia de poder apuntar manualmente a cualquier dirección. Por suerte, Hyper Light Drifter soporta una gran cantidad de mandos, que son los siguientes: Xbox 360, Xbox One, PlayStation 3, PlayStation 4 y Steam Controller. La puntuación en este apartado con un mando es de 8,5.
Después no se puede decir que haya mucho más, tenemos una serie de mapas que ayudan al jugador a orientarse y hacer uso del teletransporte, además de un inventario bastante sencillo que se deja manejar sin problemas.
Diversión: 9,5
Posiblemente sea el aspecto mejor solventado del juego. Hyper Light Drifter puede terminar siendo un juego con mucho gancho si el jugador es de esos que les gusta perderse por los mapeados.
Como ya dije en la introducción, aquí el jugador no dispone de grandes ayudas para avanzar, por lo que la mayor parte del tiempo dependerá de su paciencia a la hora de explorar y su habilidad a la hora de administrar los recursos y solventar los combates. El juego no tiene diálogos en modo de texto, sino que cada vez que se puede conversar con un NPC este se explicará a modo de imágenes. Por otro lado, en el juego hay ciertas inscripciones realizadas con un abecedario inventado por los desarrolladores del juego y que se puede traducir al abacedario romano inglés.
El hecho de tener poca información hace que Hyper Light Drifter quede rodeado de una sensación de misterio, dejando muchas cosas a la intuición para saber qué está pasando realmente. Lo único que nos queda claro es que deambulamos por un mundo totalmente decadente, muy cercano al colapso, y que aparentemente salvaremos tras acabar la aventura (aún no me he pasado el juego, lo reconozco).
La duración depende de lo que quiera hacer el usuario. Si este se propone ir haciendo lo justo para avanzar puede superar Hyper Light Drifter en pocas horas, más si utiliza un mando. Sin embargo, si al menos intenta hacer el 100%, el juego puede dar perfectamente unas 20 horas de juego e incluso más.
Como punto negativo, noto que el protagonista es menos “ampliable” que en las sagas en las que se inspira este juego, Zelda y Metroid, lo que puede limitar las posibilidades de rejugarlo.
Nota final: 8,8
Hay que tener en cuenta que Hyper Light Drifter es un juego con un claro enfoque retro, por lo que posiblemente los jugadores más jóvenes, que desde pequeños se han criado viendo entornos 3D, no sean capaces de apreciar sus virtudes, que son muchas, sobre todo si uno busca un auténtico reto jugable. Por lo demás, y como ya he comentado, estamos ante uno de los juegos indie más destacados de 2016 y de los mejores que hayan aparecido para GNU/Linux en ese mismo año.
De haber salido en 1993 en lugar de 2016, posiblemente algunos medios le habrían puesto la etiqueta de obra maestra.