La desaparición de Internet Explorer. Por qué no es una buena noticia
Lejos de ser una buena noticia, la desaparición de Internet Explorer empobrece las opciones de los usuarios a la hora de elegir como navegar. Una cosa son los estándares web, acordados por todos los participantes de la red y, otra muy distinta son los estándares de facto impuesto por quién controla algunos de los servicios web más populares y la mitad del mercado de dispositivos móviles.
No se trata de defender a Microsoft, en el artículo anterior vimos que no se cortaba a la hora de imponer su participación en el mercado. Pero, cuando los usuarios, la competencia y los entes reguladores habían obligado a la empresa a producir una nueva versión más amigable con los estándares web, las prácticas monopólicas de Google lo obligaron a desechar su trabajo y convertirse en una más de las empresas obligadas a usar la base del código de Chrome.
Cómo fue la desaparición de Internet Explorer
El éxito perdurable de Windows XP y el fracaso de Windows Vista hicieron que Internet Explorer 8, incluido con Windows 7, debiera ser compatible con tres sistemas operativos.
Algunas de sus características son la barra de favoritos, el modo de navegación privada y, la protección para que cuando una pestaña se bloqueara, no afectara la navegación de las demás.
El año 2011 tampoco fue el año de Linux en el escritorio, pero, marcó un hito en el creciente (Y obligado) abandono de la conducta monopólica de Microsoft y su acercamiento a los estándares web y el código abierto.
La versión 9 de Internet Explorer era compatible con varios componentes de HTML 5, soporte mejorado para las hojas de estilo y un más veloz motor de Javascript.
En otro orden de cosas incluía una interfaz de usuario rediseñada y protección en capas contra el malware.
También fue parte de los esfuerzos de Microsoft de matar a Windows XP ya que no era compatible con esta versión.
De Internet Explorer 10 es muy poco lo que puede decirse. Estaba diseñado para coincidir con la nueva interfaz de Windows 8 y, en un reconocimiento del fracaso de la tecnología Silverlight, incluía soporte para Adobe Flash.
La interfaz de Windows 8 no le gustó a todo el mundo. Microsoft sacó una versión rediseñada y conocida como Windows 8.1. Este Windows trajo la última versión de Internet Explorer. Ofrecía soporte para pantallas de alta resolución. Llegó a tener soporte para HTTP/2.131415 y SPDY, era compatible con Flexbox y bordes de imágenes en hojas de estilo, Api’s de criptografía y contenido multimedia codificado. Además, mostraba los subtítulos en los videos, mejoras en la ejecución de Javascript y renovadas herramientas de diseño web.
Última batalla y rendición
A medida que se iban conociendo las novedades que tendría Windows 10, Microsoft sorprendió a todos con el anuncio de Project Spartan, un navegador completamente nuevo que sería más rápido y se integraría con el asistente Cortana.
Este proyecto se conocería, una vez liberado Windows 10, como Microsoft Edge. Edge no era compatible con ninguna otra versión de Windows.
Pero, ya era tarde. Edge nunca llegó a despegar y Microsoft tiró la toalla.
En su momento, desde Redmond acusaron a Google de empeorar artificialmente el rendimiento de sus servicios cuando se accedía desde un navegador de Microsoft. Sea cierto o no, era imposible acceder al buscador, a Gmail o a Documentos sin toparse con la oferta de descargarse Chrome y la promesa de que la experiencia de uso iba a mejorar notablemente. Y, de hecho, lo era. Google se ocupaba de eso.
En 2018, siguiendo el ejemplo de Opera y Vivaldi, Microsoft anunció que la siguiente versión de Edge pasaría a basarse en Chromium, la base de código abierto de Chrome. Atrás quedaron los días en que la porción de mercado de Internet Explorer era tan grande que la Unión Europea obligó a incluir en Windows la opción de elegir el navegador predeterminado.
Con el cambio del código base vino la primera versión de un navegador de Microsoft para Linux. De hecho, Microsoft ofrecía Internet Explorer bajo la forma de una máquina virtual para desarrolladores, pero no es lo mismo.
De todas formas, es un pobre consuelo para el nuevo y, aún peor cuasi monopolio que está viviendo el desarrollo web. Una sola empresa decide que es lo que podemos utilizar o no los usuarios. Y, eso es demasiado poder.