La Steam Deck me ha permitido seguir trabajando con normalidad mientras mi portátil ha estado en horas bajas
En su día me resistí, pero al final caí y me hice con una Steam Deck. Si me lo pensé tanto fue porque en un principio pensaba que sólo jugaría con ella — o con él, pues es un ordenador –, pero para nada. Con el tiempo se ha convertido en mi centro multimedia, y esta última semana me ha permitido seguir trabajando cuando mi portátil principal ha sufrido un percance: el cargador ha dicho basta.
El problema fue uno de esos que mosquean: el cable de carga de mi ACER es fino, y en parte por no tener cuidado de más y en parte por esa finura, se fue pelando por un punto. El fin de semana pasado empezó a hacer ruido de chasquidos, un mal contacto que impedía la carga. En un principio no era imposible cargarlo, pero sí sin dejar el portátil totalmente parado. El más mínimo movimiento hacía que sonaran las chispas, y no merece la pena usar algo así. Además, poco después dejó de cargar por completo.
Opciones que tenía
Las opciones que tuve desde que pedí un cable de carga hasta que me llegó eran estas:
- No hacer nada, con lo que mi mensualidad se vería afectada.
- Usar la Rasbperry Pi 4. Era una posibilidad, pero es demasiado lenta para mi gusto.
- Usar el viejo portátil. Otra posibilidad, casi mejor que la Raspbery Pi, pero su pantalla tampoco hace buen contacto — ya sé que estaréis pensando que soy un manazas, y a veces sí lo soy. Y para usarla en mi tele, mejor otra cosa.
Steam Deck al rescate
Al final opté por usar la Steam Deck en un dock. Sólo tuve que mover una pequeña mesa para tener la pantalla más de frente. El resto fue coser y cantar. Además, gano potencia, que parece que no sea muy necesaria pero nunca está de mas.
No lo necesito en mi día a día, por lo que no tenía Vivaldi en la Steam Deck. Lo instalé para poder usar bien la pantalla dividida y le añadí algunos paneles, como el de Inoreader y X. La potencia de la Steam Deck me hizo no echar nada en falta, o casi: la mayor parte del tiempo que escribo para blogs lo hago desde un sofá. Para trabajar en la Steam Deck tengo que hacerlo en un escritorio improvisado.
Y es que la Steam Deck es en realidad «un ordenador que sirve para jugar en cualquier parte», pero también para todo lo demás. Gracias a ella he podido seguir trabajando y cada día me gusta más el bichejo.