LibreOffice señala a Microsoft por usar formatos de archivo excesivamente complejos
En las últimas semanas, LibreOffice ha incrementado su presión contra Microsoft por unas prácticas que considera perjudiciales para la competencia y la libertad del usuario. El foco principal de esta crítica es el uso de formatos de archivo extremadamente complejos por parte de Microsoft en su suite Microsoft 365, una acusación que ha abierto un debate sobre la interoperabilidad y el control del usuario sobre sus propios documentos.
La polémica surge en el contexto de la actualización de Windows 10 a Windows 11, un proceso en el que muchos usuarios se están replanteando el uso de alternativas a los productos de Microsoft. Según la comunidad de código abierto, la empresa de Redmond estaría utilizando formatos de archivo diseñados ex profeso para dificultar la migración a otras plataformas como LibreOffice, bloqueando a los usuarios en su ecosistema.
De acuerdo con la posición de LibreOffice, la raíz del problema reside en el formato Office Open XML (OOXML), empleado de forma nativa en Word, Excel y PowerPoint. Si bien tanto LibreOffice como Microsoft utilizan el lenguaje XML para estructurar la información en documentos, la fundación sostiene que Microsoft ha convertido su versión en algo tan intrincado que resulta prácticamente imposible de implementar para desarrolladores ajenos a la compañía.
Microsoft defiende que esta complejidad se debe a la necesidad de admitir todas las características de sus aplicaciones. Sin embargo, desde LibreOffice se denuncia que hay una intencionalidad en dificultar el acceso y la interpretación de estos archivos, lo que se traduce en obstáculos para los usuarios que deseen emplear otras suites ofimáticas.
La complejidad de OOXML: una barrera invisible
LibreOffice explica que, en teoría, XML debería funcionar como un puente entre distintas aplicaciones ofimáticas, facilitando la interoperabilidad y el traspaso de documentos. Sin embargo, argumentan que Microsoft ha convertido su formato OOXML en una auténtica barrera, gracias a estructuras anidadas en exceso, convenciones de nombres poco intuitivas y una sobreabundancia de elementos opcionales que hacen que el formato sea muy difícil de replicar fuera de su propio entorno.
Para ilustrar esta idea, desde LibreOffice se utiliza la analogía de un sistema ferroviario: las vías (el estándar XML) son públicas, pero el sistema de control de trenes es tan complicado que solo el fabricante original (Microsoft) puede hacer que los trenes funcionen sin problemas, dejando a los usuarios “cautivos” de sus decisiones técnicas.
Esta complejidad no solo dificulta la competencia de otras suites ofimáticas, sino que también puede tener consecuencias para la libertad digital de los usuarios. La fundación sostiene que imposibilita el acceso transparente a la información y perpetúa la dependencia de una única solución tecnológica.
Implicaciones para la interoperabilidad y la soberanía digital
El debate ha adquirido un cariz especialmente relevante en el ámbito institucional y gubernamental, donde la independencia tecnológica es un motivo de preocupación creciente. Algunos países europeos, como Alemania, Dinamarca o Suecia, han comenzado a apostar por soluciones de código abierto ante el temor de verse atados a un único proveedor tecnológico que puede cambiar las reglas del juego en cualquier momento.
La falta de interoperabilidad entre suites ofimáticas provoca, por ejemplo, que organismos públicos y empresas puedan verse obligados a mantener licencias de Office solo para garantizar que no pierden acceso a documentos históricos o a información compartida con terceros. Esto puede suponer un coste económico y una restricción a la competencia en el sector tecnológico.
Por su parte, Microsoft defiende que OOXML es un estándar reconocido internacionalmente y que su estructura responde a la necesidad de cubrir todas las funcionalidades de sus productos. Sin embargo, la comunidad de software libre insiste en que el verdadero camino debería ser apostar por estándares abiertos como OpenDocument (ODF), en el que la información es fácilmente accesible y no depende de las decisiones de una sola empresa.
LibreOffice insiste en que esta situación es una estrategia deliberada para mantener el control del mercado, bloqueando la interoperabilidad e imposibilitando que los usuarios tomen el control sobre sus propios documentos y datos.
El uso de formatos de archivo complejos como herramienta de retención representa un obstáculo para la competencia y la libertad digital. Este debate sobre la soberanía digital continúa abierto y, parece, lejos de resolverse a corto plazo.