Sobra decirlo por lo obvio, pero en esta página somos pro-GNU/Linux (!). Consideramos que el escritorio Linux, con sus peros, que los tiene y pueden ser insalvables dependiendo del usuario, está más que preparado para cumplir con las necesidades de una amplia mayoría de personas. Pero, ¿qué pasa cuando es el propio usuario, novato para más señas, quien se engaña a sí mismo? Una mala experiencia, es lo que pasa.

Dejando las cosas claras desde un principio, si eres un profesional que usa Photoshop, Autocad u otro tipo de software comercial sin versión para Linux, has probado las alternativas y no te convencen, es evidente que Linux no es para ti. No te empeñes. No hagas el cutre y déjate de experimentos, porque es muy probable que el invento te falle justo cuando más lo necesites. Quédate en Windows y sé productivo.

Lo mismo si eres un jugón: en Linux se puede jugar mucho y muy bien, pero está lejos de llegar al nivel de lo que ofrece Windows en materia de catálogo, principalmente. Usar Linux para terminar emulando o virtualizando no merece la pena en absoluto. Quédate en Windows y disfruta. No des el salto para volverte arrepentido y echando pestes sobre Linux; pestes que para tu sorpresa nadie compartirá, porque carecen de sentido.

O dicho de otra forma, si lo que te apetece es una hamburguesa o un filete, no vayas a comer a un vegetariano y te quejes al terminar, porque en la entrada del sitio ya ponía “en este establecimiento no se sirve carne”. Que sí, que Linux tiene un mundo por mejorar. Pero esa no es la cuestión hoy. Y para todo lo demás, doble arranque, que no es tan difícil.