Los costos de la privacidad. El caso danés.
Todos estamos de acuerdo con que se defiendan nuestros derechos como usuarios, pero, muchas veces no tenemos en cuenta que eso requiere un sacrificio por nuestra parte. Por ejemplo, para entender los costos de la privacidad vamos a hablar del caso danés.
Ya lo contó mi compañero Darkcrizt hace unos meses. El organismo de protección de datos danés ordenó al municipio de Elsinore que implementara una evaluación encaminada a descubrir los potenciales riesgos del procesamiento de datos personales asociados a la utilización de dispositivos Chromebook en las escuelas primaria.
Las objeciones tenían que ver con que el municipio no cumple con las directivas en cuanto a limitaciones al uso de los datos recolectados, a que los datos se transfieran a terceros países y a que se haga sin la protección adecuada. Es decir, a todo aquello que aceptamos cuando decidimos usar los dispositivos y servicios de Google.
Los costos de la privacidad
A partir de los resultados de la evaluación se suspendió el uso de estos dispositivos en todo el país por lo que otro municipio, el de Helsingør, decidió reemplazar sus 8000 Chromebooks a un costo de hasta cinco millones de coronas danesas en equipos y software más la implementación.
Y, según algunos ese presupuesto se queda corto. Frederik Bastkær Christensen de la consultora Zangenberg Analytics especializada en financiamiento de tecnologías de la información, explicó:
Cinco millones está lejos de ser realista. Esto está lejos de lo que costará comprar computadoras nuevas. Y además, debe implementarse y los maestros deben volver a capacitarse
El departamento de Tecnologías de la Información del municipio es más realista. A un costo conservador de 2500 coronas danesas por computadoras el costo se eleva a 30 millones. Las alternativas son una multa por la mitad de esa cifra o que Google cambie su licencia.
Cómo afirma el investigador en derecho de datos personales de la Universidad del Sur de Dinamarca Ayo Næsborg-Andersen:
El caso ilustra de manera muy convincente cuán dependiente te vuelves de una tecnología en particular una vez que la has introducido. (…) Los productos que a primera vista parecen soluciones prácticas, fáciles y baratas pueden resultar inútiles porque no cumplen con las reglas. Y luego tienes un problema si has adaptado todo tu sistema a estos productos y no tienes un plan B.
Con algo de razón el alcalde les pasa la pelota a las autoridades superiores.
Se necesitan soluciones europeas concretas y viables que garanticen esto, para que la cuestión importante no termine empujando una tarea enorme a las autoridades, lo que conduce a un consumo innecesariamente grande de recursos cuando tiene que ser hecho por todas las autoridades de la UE
De todas formas, la norma europea es anterior a los Chromebooks por lo que los municipios debieron tenerla en cuenta.
El plan B
Sin embargo, no todo es tan malo, hay una alternativa que ni los políticos ni los consultores tuvieron en cuenta y no requiere la compra de nuevos equipos. Se le ocurrió a Jeppe Bundsgaard, profesor de pedagogía y tecnologías de la información en la Universidad de Aarhus. Como se imaginarán la solución tiene que ver con el código abierto.
Según Bundsgaard:
… En primer lugar, la transición resuelve el problema que es la base de toda esta discusión, a saber, que los municipios utilizan programas que comparten datos con el servicio de inteligencia de los Estados Unidos y probablemente también los utilizan para el desarrollo y comercialización de productos.
También resuelve el problema económico porque los modelos más modernos de Chromebook permiten instalar Linux. Y, ni siquiera es necesario instalar Linux, ya que la objeción del gobierno danés va dirigida al uso de Google Workspaces, solo basta con reemplazar estos servicios por la solución de código abierto autogestionada Nextcloud que se integra perfectamente con los Chromebooks.
Volviendo al principio, la privacidad tiene costos, pero la mala gestión y el desconocimiento también. Y, son más altos. que los de resguardar la privacidad.