En un artículo anterior mencionábamos que había términos que se usaban mucho pero que nadie parecía saber demasiado bien de que se trataba. En este caso mencionaremos algo bastante más fácil de comprender: qué es la web3.

Se trata de una expresión relativamente nuevo, acuñada por el inversor Packy McCormick quien describe la evolución de Internet de la siguiente manera:

• Web1 (Aproximadamente entre 1990-2005) Basada en protocolos abiertos y descentralizados. Estaba gobernada por la comunidad y las contribuciones provenían de usuarios y desarrolladores
• Web2 (Aproximadamente entre 2005-2020) Una red controlada por grandes empresas que generan la mayor parte de las contribuciones y se quedan con los beneficios.
•  Web3: Devuelve el control a los usuarios y desarrolladores recuperando la descentralización sin renunciar a la funcionalidad de la Web2.

Qué es la web3

La gran ventaja de la web3 es su integración con tecnologías como la cadena de bloques, las criptodivisas y los NFT.

Los defensores de la web 3 argumentan que en este nuevo estadio de Internet la propiedad y el control estarán descentralizados ya que los usuarios y desarrolladores lo detentarán al poseer tokens no fungibles (NFT) como fungibles. Estos tokens otorgarán a los usuarios derecho a voto sobre los destinos de la red al darles propiedad sobre parte de ella.

Supuestamente esto evitará el control que las grandes empresas como Google, Apple, Microsoft o Amazon tienen sobre la Internet actual.

¿Cómo se obtienen estos tokens que permiten adquirir el derecho a opinar?

Una de las maneras es la compra, pero también pueden ganarse tokens siendo los primeros usuarios de una nueva red, colaborando con su funcionamiento o vendiendo productos en forma de NFT.

Hay que decir que la web3 necesita funcionar bajo Blockchain.  Esta tecnología almacena los datos en una red de ordenadores independientes entre sí, ubicados en diferentes lugares y propiedad de diferentes personas. Estas computadoras almacenan las operaciones en bloques de capacidad preestablecida y utilizan mecanismos de validación que hacen imposible la adulteración de los registros.

Por lo pronto son muchas promesas. La de acabar con el poder de los oligopolios tecnológicos, la de permitir recompensar a los creadores sin que las plataformas se queden con la mayor parte o el fin de la publicidad molesta en Internet. Si realmente se va a hacer realidad o estamos ante una nueva burbuja como la de fines de los noventa es algo que el tiempo dirá.