Se meten los políticos. La prehistoria de Unix última parte
De las discusiones políticas más absurdas que me ha tocado vivir, sin dudas la peor es la de quienes creen que lo que determina si una organización es eficiente o no es si la administra el Estado o la empresa privada. Ambas son igualmente absurdas porque la gente es igual de (in) capaz en la misma proporción en cualquiera de las dos.
De todas formas, cada uno de los tipos tiene especímenes que le son propios. Por ejemplo, los laboratorios Bell tuvieron que sufrir dos clases de individuos que pululan en el Estado; los demagogos y los cruzados.
Los demagogos, asumen su cargo pr el voto popular y hacen cualquier cosa para obtenerlo. Es por eso por lo que buscan cualquier éxito rápido y momentáneo que puedan capitalizar en las siguientes elecciones. Los cruzados son funcionarios de carrera que están convencidos de que, si no aplican las normas a rajatabla, el mundo occidental y cristiano (reemplazar por el hemisferio, religión o filosofía política que corresponda) colapsará irremediablemente.
El monopolio telefónico de la AT&T, compuesto por la compañía matriz, una serie de prestadoras telefónica locales, un fabricante de equipos telefónicos (Western Electric) y los laboratorios Bell suministró durante mucho tiempo un servicio telefónico decente a millones de usuarios en EE. UU a un precio razonable. Sus empleados cobraban sueldos comparativamente altos y las investigaciones de los laboratorios Bell contribuyeron al liderazgo científico, tecnológico y militar del país.
Sin embargo, esto no era suficiente para los demagogos y los cruzados. Los primeros querían precios aún más bajos para el abono telefónico. Los segundos rabiaban por no poder aplicar a rajatabla la legislación antimonopolio.
A lo largo de su historia, la AT&T fue cediendo en cuestiones menores. Renunció a seguir comprando prestadoras telefónicas y restringió la venta de los equipos telefónicos solo al mercado local.
En 1949 el Departamento de Justicia fue por Western Electric, el fabricante de equipos. Pretendían que AT&T hiciera competencias de precios con otros competidores. La demanda se resolvió algunos años después con la intervención de funcionarios del presidente Eisenhower que le dijo a la empresa que tipo de acuerdo ofrecer. Y aquí es donde la cosa se pone interesante para nosotros.
AT&T podía conservar el monopolio telefónico siempre que su negocio se limitara a los servicios de comunicaciones regulados públicamente o al trabajo militar. En otras palabras, renunciaba a entrar al mercado informático o al de la electrónica de consumo. Además, acordó licenciar sus patentes estadounidenses presentes y futuras a todos los solicitantes estadounidenses, «sin límite de tiempo o uso que se les pueda dar».
Es decir que la AT&T no solo se prohibió a sí misma ingresar en otros mercados de rápido crecimiento. También facilitó la aparición de nuevos competidores en su mercado natural.
En el artículo anterior conté como los costos de la empresa fueron aumentando mientras nuevos competidores amenazaron su mercado más rentable. El de las llamadas internacionales. La firma quiso romper el esquema de subsidios a las llamadas locales subiendo los precios, pero los políticos impulsados por los medios pusieron el grito en el cielo. Fue entonces que los cruzados del Departamento de Justicia, aprovechando el vacío de poder resultante de la remoción de Richard Nixon fueron por el premio mayor. La disolución del monopolio telefónico.
Casi diez años después, cuando nadie pensaba y casi nadie quería que el juicio prosperara, la AT&T aceptó desprenderse de sus filiales locales a cambio de poder ingresar al mercado informático y conservar Western Electric y los laboratorios Bell. Tenía los conocimientos para hacerlo, pero carecía de la estructura de comercialización. Sus competidores que se habían beneficiado de los conocimientos generados en los laboratorios Bell, si la tenían. Como era de esperar, la aventura informática fue un fracaso.
Los laboratorios Bell fueron cambiando de dueño y hoy, mucho más reducidos y menos importantes, son propiedad de Nokia.
No sé si el servicio telefónico en EE.UU será mejor o más barato. Lo que es seguro es que el país ya no tiene el liderazgo tecnológico que había conseguido en el siglo pasado.
Para el año que viene les prometo la historia de Unix. ¡Muchas Felicidades!
Bibliografía
Comencé a interesarme en la AT&T y los laboratorios Bell cuando leí un clásico libro de Peter Drucker llamado La gerencia. Tareas, responsabilidades y prácticas. En diferentes capítulos habla del rol de Theodore Vail no solo creando el monopolio sino también los organismos reguladores. No aparece en Amazon España con ese título por lo que es probable que se haya editado con un título diferente.
Drucker también fue la fuente para contar los motivos y la forma de la disolución. Le dedica al tema todo un capítulo de su libro Las fronteras de la administración.
El libro de Jon Gertner, The idea Factory (no parece haber traducción al español) no solo presenta de manera fascinante la historia de los laboratorios desde sus orígenes hasta el momento de la disolución. También hace un análisis muy interesante sobre los cambios en los modelos de innovación.
La personalidad de Claude Shannon no cabe en un solo libro. Sony y Gadner cuentan como hizo Claude Shannon para inventar la era de la información en A mind at play. Por su parte, Paul J Nahin investiga la influencia del trabajo de George Boole y su influencia en Shannon en The Logician and the Engineer: