Steam Deck ya está aquí: ¿logrará la nueva consola de Valve hacernos olvidar a las Steam Machines?
Steam Deck es la nueva consola de Valve, una basada en Linux y en su tienda de juegos que llega con unas expectativas diferentes con respecto a las que lo hicieron las malogradas Steam Machines. ¿Lo conseguirá la compañía de Gabe Newell esta vez, o volverá a tropezar con la misma piedra?
En efecto, hace mucho tiempo que nos olvidamos de las Steam Machines. Si la primera vez que supimos de ellas fue en 2013, la última se dio en 2018 a modo de despedida y después de otro tanto tiempo desconociendo su situación de ostracismo de facto. Sin embargo, hubo un periodo en el que llegaron a llamar la atención… más de propios que de extraños, hay que reconocer.
La cuestión es que si bien las Steam Machines no eran un mal producto, sino todo lo contrario, tenía baches imposibles de salvar y, en consecuencia, me pregunto si la Steam Deck sufrirá la misma suerte.
Hablando del dispositivo que nos ocupa, no hace todavía ni un año desde que Valve desveló la existencia de Steam Deck, su consola híbrida con Linux. Y aunque la llamamos híbrida, porque su concepto es ciertamente muy similar al que maneja, por ejemplo, Nintendo Switch, siguiendo la campaña de producto su enfoque portátil parece ser el más acusado.
Sea como fuere, no es el objeto de este artículo el presentar en sociedad a Steam Deck, sus capacidades, etc, porque a diferencia de lo sucedido con las Steam Machines, en esta ocasión estamos ante un único dispositivo, desarrollado en exclusiva por Valve. Asimismo, el interés por Steam Deck de la prensa tecnológica generalista ha sido considerablemente mayor.
Sin ir más lejos, la cobertura de Steam Deck en MC ha sido muy superior a la que le hemos dedicado aquí en MuyLinux. Pero ¿qué ha cambiado para que Steam Deck resulta más atractiva para el público gamer en general que las Steam Machines? Varias cosas:
- La primera, el mencionado enfoque portátil del dispositivo. A fin de cuentas, las Steam Machines eran miniordenadores con apariencia de consola, pero Steam Deck no es un portátil, sino una auténtica consola portátil.
- Esta vez Valve se lo guisa y se lo come: la compañía ha diseñado el hardware, ha marcado las líneas que debe seguir el software… Simplemente, no es lo mismo.
- Y, Como argumento derivado de los dos anteriores, no hablamos ahora de una consola que se va a restringir al ámbito de Linux, aunque funcione con Linux (y SteamOS, la distribución desarrollada por Valve, basada ahora en Arch Linux).
Un aspecto crítico de Steam Deck es, como bien sabéis porque al margen de este producto lo hemos tratado -y seguiremos haciéndolo-de manera profusa, es Steam Play. O sea, Proton. O sea, la capa de compatibilidad con Windows desarrollada por Valve sobre Wine para ejecutar juegos de Windows en Linux como nunca antes se había podido hacer.
Proton es un deal breaker que dicen en inglés, un factor decisivo gracias al cual los usuarios de Linux, y por extensión los de Steam Deck, pueden disfrutar de una parte cada vez más importante del catálogo de juegos de Windows, con una calidad que también mejora a un ritmo que nadie hubiese imaginado hace unos años, cuando las Steam Machines languidecían en soledad.
Para muestra, un botón inverosímil: Linux cuenta actualmente con un catálogo potencial de más de 20.000 títulos, de los cuales más de la mitad están soportados con Proton. Para más datos, Linux ya puede ejecutar el 80% de los 100 títulos más populares de Steam gracias a Proton y con una calidad media aceptable.
Hay que señalar que Valve ha sido bastante exigente con el nivel de compatibilidad requerido para marcar juegos de Windows como plenamente aptos para ser jugados en Linux con el Proton que viene de serie en Steam; y más exigente ha sido para con el catálogo de Steam Deck, sin frenar por ello un salto del centenar a casi el millar de títulos verificados en apenas un mes.
En este sentido, Valve no solo está siendo cuidadosa con los juegos de Windows que pone a disposición de los consumidores de Steam Deck vía Proton: también los juegos nativos de Linux son sometidos a escrutinio para que se adapten a las particularidades de Steam Deck, léase la pantalla o los controles del dispositivo, trayendo un poco de desbarajuste a este particular escenario.
Así, los compradores que empiecen a recibir Steam Deck a partir de hoy se darán cuenta de que la consola tiene tantos juegos no soportados de Windows como de Linux. En este aspecto Valve se ha pronunciado en el pasado: mejor juegos nativos que con Proton; pero mejor aún juegos que vayan bien* y, como ya hemos apuntado, el catálogo de un factor clave.
Por otro lado, todo este barullo puede afectar negativamente a Linux y, de hecho, es lo que está ocurriendo: el número de lanzamientos nativos se mantiene más o menos constante, pero los movimientos en contra, sea en la forma de juegos que podrían haber llegado a Linux de manera nativa y que lo han terminado haciendo a través de Proton, o de otro tipo, se llevan notando desde hace tiempo.
Y viceversa, claro. Como ejemplo destacado, el juego de moda estos días, Elden Ring, que no solo se cuenta como compatible, sino que está hasta verificado para Steam Deck. Ahí está el quid de la cuestión con Proton.
Al margen de estas consideraciones queda la pregunta del titular, entendiendo que ese hacernos olvidar a las Steam Machines tiene su miga. Sobre este aspecto concreto, Valve reconoce haber aprendido de errores del pasado con la Steam Deck, pero yo no estoy del todo convencido.
Los lectores veteranos recordaréis que en su momento analizamos una de las Steam Machines más prominentes y la sensación que tengo ahora, sin haber probado la Steam Deck todavía, es similar: la de estar ante un gran producto de futuro incierto. Porque no tengo dudas de que Valve ha hecho un buen trabajo creando el dispositivo y, además, un apartado crítico como es el del catálogo está muy reforzado en esta ocasión.
El precio, sin embargo, me tira para atrás: los componentes principales de Steam Deck, que se vende en tres modelos, incluyen una APU AMD Zen 2 de 4 núcleos a 2,4-3,5 GHz, una GPU RDNA 2 a 1-1,6 GHz, 16 GB de RAM… Solo se diferencian en el tipo y cantidad de almacenamiento, de 64 GB, 256 GB y 512 GB NVMe SSD (no ampliables a mano, o no de manera sencilla) a un precio de 419, 549 y 679 euros, respectivamente.
Incluso en los tiempos de escasez de componentes que corren, lo veo excesivo. Que sí, que está bien optimizada y tal, pero… Pero quizás es solo mi impresión. Si interesa saber más acerca de Steasm Deck: