Canonical vs OVH, no hay término medio
Sin confirmación oficial de ningún tipo solo podemos hacer suposiciones, pero esa “toma de posiciones contra las imágenes no oficiales de Ubuntu” que Canonical anunció el viernes parece tener un candidato claro a adversario ejemplar, y no es otro que el gigante europeo de los servicios web OVH. Qué parte lleva la razón es, sin conocer todos los detalles, un tema delicado de tratar; pero ya que en la anterior noticia nos faltó un sujeto, vamos a intentar abordar la historia con la información disponible.
Lo cierto es que no pudimos dar ningún nombre porque Canonical no lo dio, pero gracias a uno de los comentarios que nos dejasteis es de suponer que esa compañía a la que Canonical se refería es OVH. Es más, en MuyLinux llegamos a publicar un fragmento de la historia en un PING hace ya medio año, sin recordarlo cuando tocaba. Así que gracias de nuevo al lector que nos devolvió a la pista.
Retomando aquel retazo de información, fue el CEO de OVH, Octave Klaba, quien hizo público el asunto el pasado junio. El canal elegido fue su cuenta personal de Twitter y el mensaje “Ubuntu nos pide que te cobremos 1-2 euros al mes por cada VPS/PCI/PCC/SD. Si no, prohibido usar la marca “Ubuntu” en nuestro sitio web“. Pero la cosa no quedó ahí, e inmediatamente puso una encuesta en la que preguntaba a sus clientes qué harían de aplicar ese cargo: de 5.742 votos, solo un 6% afirmaba estar dispuesto a pagar, un 25% optaba por instalar Ubuntu personalmente y el restante 69% “usaría otra distribuión”.
A todo esto se unía a la discusión Jonathan LaCour, vicepresidente de la división cloud en DreamHost, diciendo que a ellos les había pasado lo mismo y que “siempre he sentido que era algo inapropiado“. Al fin y al cabo, ¿no es Ubuntu gratuito? ¿Por qué les tienen que cobrar?
Como era de esperar, la postura de ambos ejecutivos solo era media verdad. Primero, porque Canonical cobra a las empresas, no a los usuarios. Que los proveedores elijan trasladar el cargo al cliente es su decisión. Sin embargo, el punto crítico es otro, que ninguno de los dos mencionó, y que Mark Shuttleworth se encargó de aclarar en el artículo enlazado más arriba: Ubuntu es gratis, a menos que lo modifiques y lo sigas llamando Ubuntu, caso que no se aplica para uso personal o de organización para adentro.
Tanto OVH como DreamHost y otros modifican el sistema para optimizar su funcionamiento en su hardware, y Canonical solo permite eso si han verificado el trabajo resultante, lo que en la práctica se resumen en pasar por caja. La licencia de Ubuntu es rotunda al respecto, no admite subterfugios y es por ello que en Canonical se han puesto serios con el tema.
La cita clave del artículo de Shuttleworth no dejaba lugar a dudas: “Dudo que esta compañía hubiera hecho eso con RHEL o Windows, y la comunidad de Ubuntu merece el mismo respeto por su producto, sus derechos y su reputación“. En otras palabras, o la licencia de Ubuntu vale tanto como cualquier otra, o ninguna licencia vale nada. No es una tontería, aunque haya quien se empeñe en sostenerlo.
Por otra parte, las condiciones que marca Canonical también son discutibles, porque exigirle a proveedores del tamaño de los implicados el pago por instalación, por pequeña que sea la suma, siempre será mucho en el total. Pero si no están conformes la solución es obvia: hay más distribuciones que no ponen pegas a ese tipo de uso. La pregunta es, ¿por qué no pasan de Ubuntu? O, ¿por qué otros proveedores sí pagan y no se quejan? Porque ya ha quedado claro que el trabajo de eliminar todo branding es costoso en exceso incluso para empresas de este calibre.
Ahora bien, devolviendo la pelota al tejado de Canonical, Shuttleworth dijo muy tajantemente “he oído suficientes promesas huecas de vendedores (“confía en que podemos hacerlo muy bien”) para saber que, sin este programa, sería un lío total allá afuera“, y ese parecía ser el pilar fundamental de la reclamación, evitar a los usuarios una mala experiencia con el sistema en aspectos como estabilidad, rendimiento y seguridad.
Así, y aunque se supone que la certificación de imágenes modificadas de Ubuntu existe para garantizar la calidad, que la respuesta oficial se haya retrasado tanto habrá a quien le huela a chamusquina, en plan de “si pagas, lo tienes permitido; si no, no”. Porque esto no viene de ahora.
No hay término medio, no: los proveedores quieren a Ubuntu, pero Canonical no lo acepta si el sistema ha sido modificado y no han pasado por caja, léase el programa de certificación. Con todo, entre empresas se entienden mejor de lo que dan a entender al público. A ver cómo lo arreglan.