GNOME va en la buena dirección y Ubuntu debería tomar nota
Decía Allan Day, principal responsable de diseño de GNOME, que entendía «las preocupaciones que está generando la nueva disposición» de GNOME 40, cuya versión alfa continúa en desarrollo activo y cuya versión final está prevista para el próximo 24 de marzo, que como quien dice está a la vuelta de la esquina. A mí, sin embargo, no me preocupa nada la nueva disposición del escritorio, todo lo contrario: creo que, casi una década después de que se lanzase GNOME 3, por fin se están dejando los complejos a un lado y se están haciendo las cosas bien.
Por supuesto, es mi opinión. Pero como, al margen de mi compañero Eduardo, conozco a muy pocos usuarios de GNOME que no usen extensiones para adaptar el escritorio a sus necesidades, lo cual en muchos casos significa alterar la línea de diseño básica del mismo, creo que no es una opinión descabellada o alejada de la realidad. De hecho, dejando a un lado también a aquellos usuarios que se conforman con lo que les pongan delante sin rechistar o sin importarles lo más mínimo, como los hay en todos lados, preveo que el cambio que le espera a GNOME va a ser bien recibido.
Hemos cubierto esta ‘transformación de GNOME’ en un par de artículos ya y no serán los últimos, porque el cambio se promete de lo más interesante y, más importante si cabe, porque dudo que lo tengan listo en una sola versión. Se supone que en un par de semanas se congelan las modificaciones de la interfaz y el tiempo que quede hasta el lanzamiento final, que no es mucho, se utilizará para pulir errores. Muy justo lo veo todo… y lo digo después de haberlo probado: está que no se aguanta.
El estado actual de GNOME 40 es ciertamente lo único que me podría preocupar, pero no lo hace porque sé -o eso espero- que todo lo que falle lo arreglarán más pronto que tarde. Y lo que no me preocupa en absoluto es que hayan dejado atrás la tontería y adopten de una vez convenciones tan establecidas como que el lanzador de aplicaciones, donde mejor está es en la parte inferior de la pantalla. Como ha estado siempre y no porque a algún iluminado se le ocurriese, sino porque es lo coherente.
No es casualidad que Windows o Mac sigan utilizando la misma disposición que tenían hace veinte años o más. Lo que fue una ocurrencia fue trasladar el gestor de tareas a la franja izquierda con la excusa de aprovechar mejor el espacio horizontal de las pantallas modernas, máxime cuando la mayoría de la gente es diestra. Con todo, habrá muchos usuarios de GNOME que lo sigan prefiriendo así a fuerza de costumbre y seguramente puedan seguir haciéndolo a base de extensiones, lo cual me parece razonable. Para el resto de los mortales, incluyendo muchos potenciales usuarios de GNOME, no.
Y conste que GNOME no es el único escritorio que cae en semejantes inconsistencias ‘verticales’ de usabilidad: Plasma tiene las suyas, Deepin otro tanto (la estoy usando ahora mismo, por eso lo menciono)… Lo que me escama un poco es que en GNOME hayan llegado a esa conclusión más de una década después, porque GNOME apareció en 2011, pero llevaba tiempo en desarrollo y no venía de la nada. El porqué se ha dado este cambio, ya lo explicaron y os lo transmitimos en su momento:
«Al utilizar un modelo espacial sólido, el diseño tiene como objetivo soportar una navegación y una orientación intuitivas. Esta es la motivación principal para cambiar la orientación de los espacios de trabajo de vertical a horizontal: con los espacios de trabajo dispuestos horizontalmente, el eje vertical se puede utilizar para controlar el movimiento dentro y fuera de la vista general y la cuadrícula de la aplicación«, es la respuesta oficial.
En efecto, GNOME se va a parecer más a macOS de lo que nunca se haya parecido, lo cual no tiene nada de malo. Hay que dejar los complejos a un lado, que hace años que macOS (o iOS) no están precisamente a la vanguardia de la innovación. Además, GNOME seguirá siendo GNOME, que nadie lo dude. Ergo, habrá que seguir instalando extensiones para darle vidilla al escritorio: por ejemplo, para que el lanzador no se oculte en la vista de actividades, otro sinsentido de diseño -existiendo la posibilidad de que el panel se adapte al contenido en pantalla, por ejemplo, ocultándose cuando lo toca una ventana-.
La gran pregunta es si Canonical se atreverá a seguir las directrices de GNOME o insistirá en obligar al usuario a desplazarse hasta un extremo de la pantalla para lanzar aplicaciones… aunque hace tiempo que se permite poner el panel en la parte de abajo desde las preferencias. La excusa que dieron para que Ubuntu 21.20 no adopte GNOME 40 era principalmente Yaru, el tema visual, pero algo me dice que eso no es todo. Ya veremos.
A todo esto, otra de las preguntas que flotaba en el aire es si con la nueva disposición de GNOME 40 la navegación a través de los escritorios virtuales podría hacerse en horizontal, en lugar de vertical, y ya os puedo adelantar que sí, así se hará. También es coherente y, por cierto, se ve y -esta función concreta- funciona perfectamente con la rueda de ratón (esta era otra duda que había porque se hablaba de panes táctiles y teclados, pero no de ratones).
Esos son mis cuarenta centavos sobre GNOME 40. Si os interesa echarle un vistazo, en el último artículo de desarrollo explican cómo hacerlo con una imagen preparada para Boxes o mediante un repositorio para Fedora 33 que es como lo he hecho yo, pero que os recomiendo que ni se os ocurra utilizar en un sistema en producción porque os lo cargáis: la estabilidad brilla por su ausencia y conforme toquéis un par de cosas se hace imposible de usar. Lo normal, ya que se trata de una versión alfa y con cambios muy destacados.