¿Aplicaciones más sencillas para atraer a más usuarios? ¿De verdad ese es el problema?
Hace unos días que el desarrollador de KDE Nate Graham escribió un artículo que dio bastante de de que hablar y que merece la pena recuperar, cuyo asunto podría resumirse en la idea que se recoge en el titular: ¿hacer el software de KDE más sencillo podría atraer a más usuarios? Este tipo de reflexiones nunca están de más y justo el caso que nos ocupa tiene su punto, porque como sabéis siempre se ha acusado a KDE de estar hinchado en cuanto a opciones y, por lo tanto, de resultar más complicado para el recién llegado.
Por el software de KDE nos referimos a todo, incluyendo el escritorio KDE Plasma, las aplicaciones que lo acompañan y el resto de componentes; y por Nate Graham nos referimos a la persona que nos mantiene puntualmente informados con su This week in KDE, además de contribuir en otros muchos temas técnicos con especial atención por lo general en la experiencia de usuario, uno de los vectores más delicados cuando hablamos de software libre. Sin embargo, en esta ocasión creo que ha errado el tiro, así que voy a dar mi opinión al respecto, aunque en ningún caso se trata de una réplica, sino de complementar al reflexión y a lo sumo abrir debate.
Primero, la suya, que desarrolla en este artículo y este otro, surgido el último de los comentarios suscitados por el primero. Resumiendo la historia, cuenta Graham que el porcentaje de usuarios avanzados capaces de utilizar lo que denomina como aplicaciones complicadas, es muy ajustado y KDE como proyecto no puede dar la espalda a lo que es una base de usuarios mayoritaria. Pero comencemos por el principio.
¿Cómo determina Graham qué son usuarios son avanzados y básicos? Lo hace base a una curiosa tabla con cinco niveles que a pesar de lo singular, tiene su sentido; pero también con una encuesta de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos que viene a decir que «casi el 40% de los adultos en los países ricos prácticamente no tienen habilidades informáticas«… no digamos ya en los países en desarrollo o los pobres, añado yo.
Así, Graham entiende que «KDE nunca logrará dominar el mundo con un software que solo puede ser utilizado por un máximo del 30% del mercado. Para ampliar su atractivo, necesitamos que nuestro software sea utilizable por al menos las personas en el siguiente nivel […], lo que duplica el potencial al 60% del mercado, pasando de una minoría a una mayoría sólida».
«¡Pero, espera! ¿No supondrá esto hacer el software de KDE «tonto»? ¿No alienaremos a nuestra audiencia actual de usuarios […]?», añade. «Después de todo, el software para teléfonos inteligentes optimizado para usuarios básicos es realmente simple y limitante. O sea, es un riesgo». Y a partir de este punto sigue desarrollando su reflexión, en mi opinión, sin demasiado tino, aunque de todo hay.
Por ejemplo, señala Graham algo que ha sido una constante en el mismo desarrollo del software de KDE, se haya conseguido en mayor o menor medida: lo del lema ese de simple por defecto, potente cuando se necesita, lo cual viene de largo, no es nada nuevo. Y ahí podemos estar de acuerdo: mientras no quitéis opciones, simplificad las interfaces por defecto tanto como se pueda, no hay problema en eso.
Ahora bien, Graham le sigue dando vueltas al asunto y al supuesto precio a pagar por simplificar el software, poniendo finalmente un límite: «podemos excluir deliberadamente a las personas sin conocimientos de nuestro público objetivo, ya que probablemente nunca estarán contentas con el software de KDE. Nuestro enfoque en la potencia se desvanecerá incluso en las aplicaciones más simples y nunca será atractivo para ellos. GNOME y elementary OS pueden tener esos usuarios».
Ahí es cuando me explota la cabeza… por una razón muy sencilla: ¿si GNOME y elementary OS pueden tener esos usuarios… por qué no los tienen ya? Muy sencillo: porque…
El problema del escritorio Linux no es el «software»
Sobre esto hemos discutido mil veces en estas páginas y discutiremos otras tantas, porque es un tema tan candente como recurrente. Pero así es como se rebate hasta el último punto y disposiciones que plantea Graham: todos los usuarios que se ganan para KDE o para el escritorio Linux en general, no van a depender de si las aplicaciones son más o menos complejas o tienen más o menos opciones. Nunca ha sido así y nunca lo será.
Comparémoslo con el software de éxito, Windows o Android. ¿Son más complicadas las aplicaciones de KDE que las de Windows? ¿En serio? ¿Es más complicado usar y configurar Dolphin que el explorador de Windows? ¿Son más confusas las preferencias de KDE Plasma que las de Windows? Habrá ejemplos puntuales a favor de uno u otro, pero… Y lo mismo pasa en el móvil: puede que haya aplicaciones muy básicas, pero también las hay complejas, repletas de opciones… ¿Y qué hay de las preferencias?
Sinceramente, dudo mucho que el usuario básico al que superan las preferencias de KDE se va superado también por las preferencias de Windows o de Android, y lo mismo vale para cualquier aplicación que caiga en sus manos. Vamos, que no creo que tenga nada que ver el atraer usuarios con si las interfaces de tu software son más o menos sencillas y el mismo Graham se pone delante: ¿dónde están los cientos de millones de usuarios de GNOME y elementaryOS?
Está bien esforzarse en mejorar y el margen de mejora de las aplicaciones de KDE en materia de diseño y usabilidad es amplio, como lo es en prácticamente todo el software que hay por ahí. Pero pensar que ese es el motivo por el que los usuarios no usan KDE o, para el caso, el escritorio Linux… O, dicho de otra forma: pensar que mejorando eso no solo se va a atraer a más usuarios, sino que se puede abrir la puerta a la aspiración a semejantes porcentajes, cuando ese no es un problema para nada grave…