Diversidad y fragmentación, dos cosas que van erróneamente de la mano en Linux
La naturaleza software libre y de código abierto de Linux permite a cualquiera bifurcar el código, modificarlo y redistribuirlo. Eso ha derivado en la existencia de cientos de distribuciones que, en la mayoría de los casos, no aportan nada de valor, y eso cuando los propios proyectos no se encuentran en un estado precario que pone en duda su existencia futura, como es el caso de SolusOS.
El medio Linuxiac publicó ayer que los usuarios de SolusOS están preocupados, ya que el sitio web de la distribución está caído desde el 19 de enero de 2023 y, al menos hasta el momento actual, sigue sin funcionar, por lo que la obtención del sistema a través de la vía más común queda imposibilitada. El proyecto dio señales de vida hace unos días a través de Reddit, pero el hecho de que el sitio web siga caído no es algo que invite al optimismo.
Más allá de las circunstancias particulares de SolusOS, lo cierto es que el escritorio Linux vive sumido desde hace décadas en una dinámica en la que la cantidad ha sido mucho más premiada que la calidad. Lo peor es que, de las cientos de distribuciones que existen, solo unas veinte aportan algo, y de entre esas veinte bastante más de la mitad del pastel se lo comen unas cinco distribuciones, quizá siete, que todos conocemos. El resto de las veinte que aportan algo, pues eso, aportan algo novedoso o interesante desde el punto de vista tecnológico, mientras que todas las demás que existen, esas cientos de distribuciones, no aportan nada.
Muchos justifican la existencia de tantas distribuciones en la diversidad, pero es que en el grupo de las veinte privilegiadas ya hay mucha diversidad, empezando por Gentoo con su OpenRC frente al dominante systemd. Obviamente, sobra decir que todos los grandes escritorios están de sobra representados en ese grupo de privilegiados, empezando por una Debian que parece que los soporta todos correctamente (o al menos en mi experiencia no he visto ninguno que funcionara mal).
Muchas de esas distribuciones sobrantes no son más que clones de Ubuntu con un cambio de cara y que no aportan frente a la distribución original, los miembros de la familia (sean oficiales o no) y derivadas como KDE neon y Linux Mint. Por otro lado tenemos casos como el de Apricity OS, una derivada de Arch Linux que se presentó a sí misma como un intento de aportar algo, pero que acabó muriendo como proyecto antes de vez la luz oficialmente. En su momento no dudamos en señalar que, en el fondo, no aportaba nada de valor.
La otra pata de los pequeños proyectos es que, por lo general, tienen muy poco capital humano detrás, con equipos que en muchas ocasiones no llegan a las cinco personas. En consecuencia, hay muchas probabilidades de que el usuario, una vez se tope con un problema, no encuentre ni obtenga solución alguna. Esto entronca con la lista de distribuciones para jugar que publiqué hace dos años, la cual fue hecha en parte como respuesta a esas listas compuestas por distribuciones procedentes de proyectos pequeños. A día de hoy mantengo mi postura y lo que quise exponer en términos generales: si quieres jugar en Linux, lo suyo es tirar de las grandes distribuciones, ya que estas cuentan de largo con el mejor soporte, sobre todo cuando se trata de hacer frente a las incidencias.
La tendencia de fomentar la cantidad deriva en parte de una visión equivocada del software libre. Más de uno cree que cuanto más se bifurque y más proyectos haya, más se está haciendo en favor de la causa, pero la realidad es que, en términos de software libre, lo mismo sería que hubiese veinte que seiscientas distribuciones debido a que lo realmente importante es la licencia. No hay nada en términos de software libre que mejore a base de incrementar de manera exponencial la cantidad y es más, es mejor tener poco software libre y de calidad que mucho y mediocre, porque lo segundo tiene muchas más opciones de no atraer a los usuarios.
El caso de SolusOS es flagrante por lo ya mencionado: el hecho de que su sitio web no funciona. Pero que la gente no se equivoque, porque la realidad es que muchas distribuciones Linux están en una situación similar, pero como sus sitios web funcionan, pueden terminar dando la impresión de estar más vivas de lo que realmente están.
La excesiva dispersión de esfuerzos termina haciendo que los usuarios se concentren en unas pocas opciones, tanto a nivel de distribuciones como de escritorios. Y pese a ello, dentro de esa concentración hay mucha diversidad viendo cómo suele funcionar la computación de escritorio (sí, me refiero a Windows y Mac, por si alguien se ha quedado pensando).
Otro factor a tener en cuenta es la misma evolución del propio escritorio Linux, que hace veinte años no era más que un juguete que cargaba pocas cosas, lo que invitó en su momento a prescindir de un mecanismo de actualización fuera de línea. Sin embargo, el sistema se ha ido hinchando con el paso del tiempo, y lejos de lo que piensan algunos, lo que realmente ha ocurrido es que el escritorio Linux ha ido adquiriendo características y funciones que ya estaban presentes en Windows y Mac desde hace años o décadas. Esto, lógicamente, se lo pone cada vez difícil a los pequeños proyectos en términos de mantenimiento y soporte.
No quiero que se tome esta opinión como una apología de la distribución única, más viendo que la competencia interna ha sido un factor clave para la mejor del conjunto. Una distribución única significaría el fin de la competencia y por ende el fin de la progresión, pero entre la distribución única y la excesiva dispersión que tenemos hay un término medio que ofrecería algo equilibrado en términos de calidad y opciones disponibles para los usuarios. Tampoco estoy señalando a sistemas creados con fines específicos, pero aquí, posiblemente, nos estemos alejando del sector del escritorio.
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