El nuevo cambio de escritorio en Ubuntu será mucho menos doloroso que el anterior
Lo que ha pasado con Ubuntu es decepcionante, porque después de tantos años soñando con las posibilidades de lo que podría haber sido un Unity convergente al cien por cien… Pero no siempre salen las cosas como a uno le gustaría y hay que asumir que la vida sigue. Sin embargo, la decepción que la mayoría de los usuarios de Ubuntu está exteriorizando no tiene nada que ver con la convergencia o los planes de futuro, sino con el cambio de escritorio que se avecina.
En cierto modo es normal, porque si bien las posibilidades del Unity convergente eran del todo interesantes, nunca se ofreció al gran público. Solo en los pocos dispositivos móviles que se vendieron se ha podido utilizar en condiciones. Unity 8, de hecho, lleva disponible en los repositorios desde hace varias versiones y cualquiera puede probarlo (yo lo he probado y decir que está a medias es ser generoso), pero su incidencia es ninguna.
Visto así, que Canonical haya fallado en su empresa provoca la sensación del what if, pero como este es un ejercicio inútil y considerando que hablamos del esfuerzo de una sola compañía, no de todo el ecosistema del software libre, tampoco parece motivo como para deprimirse. Grave sería que Canonical abandonase el escritorio, pero eso no va a pasar. Canonical está creciendo, comienza a ser rentable y el escritorio es su principal carta de presentación, además del Linux estándar en millones de equipos en todo el mundo, incluyendo usuarios de consumo, empresas e instituciones de todo tipo.
Ubuntu vuelve a sus raíces, y sus raíces están en GNOME. ¿Era la mejor opción? A lo largo de estas tumultuosas semanas se ha generado mucho ruido al respecto, especialmente para que Canonical lo reconsiderase y eligiese KDE Plasma. Hubo hasta una petición popular y aún resuenan los ecos. Una pequeña muestra: en nuestra entrada sobre el lanzamiento de Plasma 5.10, el comentario más votado por mucho es “el escritorio por el que debió haber apostado Ubuntu”. Pero esa si que hubiese sido una noticia increíble. Personalmente no se me pasó por la cabeza ni un solo instante.
La razón por la que Ubuntu nunca apostaría por Plasma antes que por GNOME, una de ellas al menos, es, para empezar, que Ubuntu nunca abandonó GNOME. Las intenciones estaban ahí y quién sabe qué podría haber pasado de salir todo bien; pero visto el resultado cabe repetir que las especulaciones no sirven de nada. La realidad es que Unity 7 es un escritorio basado en el entorno de escritorio del que provee GNOME 3. ¿Más razones? La larga historia compartida de Ubuntu con GNOME sería quizás la más relevante. Además, GNOME es algo así como el escritorio estándar de Linux y el que ofrecen las principales distribuciones corporativas.
Pero hay que ser coherentes y reconocer lo obvio: GNOME es, a su manera, un gran entorno de escritorio, el más completo y potente de GNU/Linux junto con KDE Plasma y, más importante aún, está en un muy buen momento. La situación es hoy diametralmente opuesta a la del cambio de GNOME 2 a Unity. Entonces se reemplazó un escritorio tecnológicamente obsoleto, pero completo y eficaz, por otro más moderno, pero limitado en extremo. Lo mismo que hubiese supuesto adoptar GNOME 3 / Shell. Con el tiempo las actualizaciones llegaron y trajeron novedades que transformaron a ambos en lo que son ahora.
Es cierto que el adiós de Unity nos dejará sin alguna de las mejores características que haya implementado el escritorio Linux, y es que Canonical logró algo que a GNOME todavía se le resiste: aun considerando a Unity 7 como un parche hasta el lanzamiento de Unity 8, el concepto de escritorio estaba claro y consumado. También es cierto que le ha costado llegar a ese punto, pero a falta de deseos personales y de que la convergencia se hiciese realidad lo había hecho.
Mientras tanto GNOME sigue adoleciendo de inconsistencias de diseño que no terminan de pulir y que para el usuario más novel o el más exigente pueden resultar confusas o molestas, respectivamente. Es chocante que esto sea así cuando actualmente GNOME es mucho más configurable que Unity, pero es la verdad. No hay escritorio libre de defectos. Ninguno. Sin embargo, GNOME también tiene aciertos y fortalezas que juegan a su favor y que lo convierten en una alternativa totalmente solvente y confiable como para sustituir a cualquier otro entorno.
De lo que fueron las primeras versiones de Unity y GNOME Shell a lo que son ahora hay un mundo, y aunque todo cambio suele traer descontento, es imposible que este pueda sentar peor que el anterior. Incluso es difícil recordar un acontecimiento desde que GNU/Linux es “popular” que motivara a tantos usuarios a cambiar de escritorio o distribución. Sin pretender tomarlo como prueba de facto, nuestra encuesta de 2011 (el año en el que se estrenaron Unity y GNOME Shell) mostraba una aceptación de ambos bastante buena, pero GNOME 2 seguía mandando. Con el paso del tiempo Unity consiguió adelantarse a GNOME, hasta que los niveles se fueron invirtiendo.
A día de hoy no solo GNOME supera a Unity, sino que, por mucho, Unity es el escritorio más usado en Ubuntu, incluyendo a todas las ediciones oficiales. ¿Esto qué significa? Que el espectro de usuarios para con distribuciones y escritorios se ha diversificado sensiblemente. Todo sin que Ubuntu pierda su liderazgo, ojo. Muy mal tendría que hacerlo Canonical para que algo así pase y poner GNOME al frente no lo va a precipitar.
Por eso os lanzo esta previsión: si la transición se realiza con un mínimo de cuidado, no se va a notar ni un poco en comparación a lo que sucedió hace seis años. Lo cual no quita que en ciertos aspectos se eche de menos a Unity.