El reencuentro con Ubuntu le podría sentar muy bien a GNOME
Como cada semana, Will Cooke hacía repaso el viernes de las actualizaciones más importantes recibidas en la versión en desarrollo de Ubuntu, que ahora mismo es Ubuntu 18.04 LTS. Y aunque fue en su anterior reporte cuando nos dejó la gran noticia, que la distribución usará Xorg por defecto, vuelve a comentar detalles dignos de mención.
Hablando de GNOME, Cooke recuerda el cambio de Wayland y que este seguirá disponible como opción en la pantalla de login, o sea, estará instalado por defecto, pero la sesión predeterminada será con Xorg, por lo que ya se ha comentado hasta la saciedad: las versiones LTS no son para hacer experimentos y a pesar de las buenas sensaciones que transmite Wayland últimamente, aún tiene bastante por pulir para ser tenido en cuenta en ambientes en producción. De hecho, la decisión no es exclusiva de Canonical y Red Hat se atreverá a menos si cabe con la próxima RHEL 7.5, en la que Wayland se incluirá por primera vez solo para quien lo quiera probar.
Cooke habla también de lo que han terminado llamando Ubuntu Dock, el panel de GNOME que en Canonical han tuneado para mejorar la usabilidad del escritorio y facilitar la transición a sus usuarios. Han actualizado el componente y han aplicado varias correcciones, lo que en definitiva es la tónica de estas actualizaciones semanales de Ubuntu que publican cada viernes en Ubuntu Insights. A este respecto, sin embargo, Cooke señala algo más interesante.
“Hemos logrado un buen progreso en la reducción del uso de la CPU de GNOME Shell, donde descubrimos que Shell está repintando el panel y el dock aunque no haya cambios cada vez que se repinta una ventana de aplicación“, explica el responsable de ingeniería del escritorio Ubuntu. “Hemos propuesto algunas correcciones en el upstream“, añade. Estas declaraciones son importantes un motivo: Canonical comienza a pulir la experiencia de su nuevo escritorio donde más se nota: el alto consumo de recursos que lo caracteriza.
La duda ahora es si le meterán mano al apartado más desafortunado de GNOME Shell, el alto consumo no de recursos, sino específicamente de memoria RAM. Es un tema espinoso, porque es posible reducir la carga de GNOME a base de desinstalar componentes que muchos usuarios no utilizan, pero que de no ir precargados por defecto merman las capacidades del escritorio. En todo caso, se trata de un asunto al que los desarrolladores de GNOME deberían comenzar a prestar atención cuanto antes, porque la funcionalidad que ofrecen no lo justifica.
A ver si la presión adicional que supone el lanzamiento de una versión LTS hace que aprieten en este sentido y al final podamos decir que el reencuentro con Ubuntu le ha sentado bien a GNOME, porque lo contrario es más difícil de argumentar, con una propuesta tan completa -sobre el papel, eso sí- como era Unity.