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¿Es Distrobox el fin del distro-hopping?

Distrobox

Últimamente estoy leyendo noticias y viendo muchos vídeos sobre Distrobox, esa especie de Linux Susbystem for Linux que nos permite instalar software de una distribución en otra. En ocasiones he llegado a leer como se asegura que es el fin del distro-hopping, pero ¿es realmente para tanto? En mi opinión, no, y voy a explicar los motivos por los que creo que esa obsesión por probar opciones no cambiará.

El distro-hopping es básicamente ir pasando de una distribución Linux a otra esperando que la siguiente sea la buena. Lo que hay que tener en cuenta es por qué hacemos distro-hopping, y si uno de los motivos es porque en una distribución podemos instalar más software que en otra. Aunque sea retocando mucho, lo que se puede hacer con un sistema con base Linux se puede hacer con otro, por eso, y aquí tengo que dejar claro que esta es mi opinión, las cosas seguirán igual.

Distrobox permite usar software de una distribución en otra…

… poco más. Hay muchas opciones con base Linux y son todas diferentes entre sí. Creo que el principal motivo por el cual abandonamos una distribución es porque nos falla o hay algo que no termina de gustarnos. Por ejemplo, algo de hardware, como el WiFi, que no funciona en nuestro ordenador o el entorno gráfico que creemos que no es lo que buscamos.

Yo hice mucho distro-hopping cuando Ubuntu se pasó a Unity, y mis primeros destinos fueron justamente otros -buntus. Pasé por Xubuntu, Lubuntu, Kubuntu, Linux Mint, Elementary, más tarde Ubuntu MATE… y todos ellos tenían disponible exactamente el mismo software. Yo buscaba un escritorio relativamente bonito y que no pesara un quintal como Unity, con lo que Distrobox no me habría arreglado nada.

Eso sí, nos permite elegir lo que más nos gusta sin perder nada

Lo que sí hace Distrobox es que no echemos nada en falta. El mejor ejemplo que me viene a la cabeza es SteamOS: por defecto es inmutable, y en teoría sólo se puede instalar software popular de Flathub. Si añadimos una imagen de Ubuntu, podremos instalar y usar sin problemas el Kodi de sus repositorios, FFmpeg o Imagemagick. También podemos navegar por la red e instalar cualquier DEB que encontremos, con lo que la Steam Deck pasaría a tener un sistema al 90-95% igual que uno Linux tradicional. O cuando en el pasado Kodi fallaba por la versión de Python, Distrobox habría facilitado las cosas.

Pero lo que no hace Distrobox es incluir un kernel que le vaya mejor a nuestro equipo. De hecho, una de las funciones que tiene es que todos los sistemas operativos de los contenedores usan el mismo kernel que el anfitrión.

Otros ejemplos de elegir lo que más nos gusta sin perdernos nada incluirían estar en Debian Stable e instalar las últimas versiones de GIMP o LibreOffice sin instalar otro sistema, o tener AUR en Linux Mint. También podemos aprovechar todas las herramientas de Kali Linux y hacer pentesting sin tener que usar una Live Session. Todo desde nuestro sistema favorito.

Sin hacer nada complicado, podemos tener un sistema operativo más conservador y cualquier software que exista en Linux o justo lo contrario, y esa es la magia que hace Distrobox. Pero magia no es igual a milagro.

El sistema operativo siempre será el mismo

El sistema operativo siempre va a ser el mismo, y aunque hay maneras de virtualizar el entorno gráfico, este también será siempre igual. Si nos gusta Fedora, con GNOME, y hay algo que no encaja entre su sistema operativo o entorno gráfico y nuestro aparato, Distrobox no lo va a arreglar. Sí es posible que una aplicación en otro formato nos vaya mejor, pero esto estaría solucionando un problema menor, no uno más importante.

Así que no, Distrobox no es el fin del distro-hopping. Es una herramienta que va a disminuir los picores que nos hacen dar un salto, pero no los eliminará si son fuertes. Además, con lo inconformistas que somos algunos, lo raro es que llevemos años en la misma distro…

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