Linux Adictos Diego Germán González  

Más sobre el desafío de LibreOffice

LibreOffice no tiene versión móvil ni en la nube

Captura de la web de LibreOffice

La industria informática está experimentando profundos cambios. La, para muchos, inesperada irrupción de la Inteligencia Artificial en el uso cotidiano disparó nuevas posibilidades y, la tendencia a transformar casi todas las aplicaciones a la modalidad Software como un servicio parece imparable. En el artículo anterior nos preguntábamos si uno de los títulos más emblemáticos del código abierto va a estar a la altura de las circunstancias y, en este hablaremos más sobre el desafío de LibreOffice.

Durante años, el gran defecto del software libre y de código abierto es que se interesó más en la militancia que en la escritura de código. Se perdió demasiado tiempo en criticar los defectos del software privativo en lugar de enfocarse en crear virtudes propias más allá de las 4 libertades del software libre o los principios del open source.

Como resultado, los usuarios debíamos conformarnos con tener con meses o años de retraso las novedades que eran estándar en las versiones privativas.

Más sobre el desafío de LibreOffice

Respondiendo a la pregunta de un lector, no tengo absolutamente nada contra LibreOffice. El trabajo que hace The Document Foundation para que exista una suite ofimática de código abierto de calidad comercial (Cosa que nunca fue OpenOffice). Tampoco es desdeñable su trabajo de ingeniería inversa para conseguir compatibilidad con formatos de archivos discontinuados.

Sin embargo, sigue sin tener versión para móviles (Apenas un visor) y el repositorio de la versión online está congelado. Tampoco son capaces de hacer que funcione el guardado de documentos en Google Drive.

Cambio de paradigma

Cuando el reinado de Microsoft en la industria del software parecía inamovible, Google y Apple patearon el tablero. Por un lado, los dispositivos móviles dejaron de ser algo más que una herramienta para hacer llamadas telefónicas o hablar por teléfono. Por el otro Google Docs anuló la necesidad de miles de estudiantes y pequeñas empresas de piratear Microsoft Office.

La respuesta de Microsoft no fue exitosa desde el punto de vista de imponer su propio sistema operativo para móviles, aunque sus aplicaciones para Android e iOS son geniales. Su propia versión de suite ofimática en la nube, que trabaja en conjunto con la versión de escritorio, consiguió sacarle porción de mercado a la herramienta de Google.

La guerra va un paso más allá. Hace unos años Google lanzó Chromebooks, una serie de dispositivos que no necesitan un sistema operativo instalado, tan solo un navegador que se conecta a la nube y permite utilizar todas las aplicaciones de Google.

Recientemente se conocieron documentos internos de Microsoft que se presentaron como prueba en un juicio. De acuerdo a esos papeles, la firma tiene planes de ofrecer a los consumidores que no tengan equipos compatibles con Windows 11 utilizar una versión en la nube.  Esto significa literalmente que se podrá utilizar Windows y sus aplicaciones en cualquier equipo.

Además de la integración con herramientas de Inteligencia Artificial la idea es que cuando inicies sesión en tu ordenador, lo que se abra y lo que veas sea la sesión en la nube. La experiencia será la misma no importa qué uses ni donde estés.

Hace poco la firma presentó Copilot, un asistente de Windows 11 basado en Inteligencia Artificial que puede resumir el contenido que vemos en las aplicaciones que ejecutamos, explicarlo e incluso modificarlo.

Hay lectores que me han dicho varias veces que no les importa lo que hacen las empresas de software privativo y que yo y el resto de los usuarios deberíamos conformarnos con los que nos dan siendo felices con que se respeten las cuatro libertades o los principios del software libre.

Pero ¿Por qué?

El único obstáculo para que las herramientas de software libre y código abierto tengan las últimas prestaciones y, de hecho, sean las primeras en tenerlas es que se dedica más tiempo a las peleas internas que al desarrollo.

Me encantaría poder usar LibreOffice en cualquier dispositivo sin tener que instalarlo en cada uno de ellos o guardar una versión portable en un pendrive. la primera vez que pruebas las funciones de dictado o transcripción que tienen otras suites ofimáticas se hace adictivo y, no mencionemos lo de poder consultar referencias o generar una imagen a medida por IA sin tener que salir de la aplicación.

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