La sombra del helicóptero Enrique Bravo  

¿Qué fue del bloguero aquél?

El mes pasado este blog cumplía 7 años en línea. Lo hacía de manera sigilosa, es verdad, porque con el artículo de hoy se rompen 6 meses de silencio en esta página. Algo que a nadie cogería por sorpresa, pues ya advertía en mi enésimo retorno que solo iba a escribir cuando tuviese cosas que contar. Actualmente me dedico más a vivir que a pensar en el blogueo, de ahí que no encuentre casi nunca un ratillo para meterme en faena. Pero bueno, hoy he hallado ese hueco, de modo que allá vamos: me dispongo a resumir cómo me van las cosas, que para algo esto es un blog personal.

Mejorando en lo profesional

El mes de Junio trajo consigo un mejor contrato en el servicio de salud público para el cual trabajo. Tras 7 años (anda, los mismos que tiene el blog) trabajando a tiempo parcial y lejos de mi casa, en un hospital comarcal, la señora de la bolsa de empleo tuvo a bien mejorar mis condiciones: contrato a tiempo completo y un gran hospital de mi ciudad. Eso sí, sigo en Urgencias, supongo que por conveniencia para todos, al poder aprovechar mi experiencia en este campo mejor que en cualquier otro. Algún día os contaré, si es que encuentro el momento, por qué las enfermeras somos todo-terrenos que se supone debemos conocer la profesión en todas sus especialidades, y cómo esto es una locura tanto para nosotras como para los pacientes. Y no sigo por aquí, que me conozco.

Por pura y simple lógica, esta mejoría en mis condiciones lleva aparejado más tiempo en el hospital y menos en mi casa. Ha disminuido mi tiempo libre, y el que tengo deseo dedicarlo a menesteres más provechosos que escribir sobre Linux y sus infinitas distribuciones. Llamadme loco.

Las malditas oposiciones

Ese servicio de salud para el que trabajo se empeña en sacar convocatorias de oposiciones casi de corrido, una tras otra, sin siquiera dar tiempo a terminar de resolver la anterior. Este hecho sin precedentes provoca, por un lado, que haya opositores que se deben presentar a la siguiente convocatoria sin saber si han sacado ya la plaza en la anterior. Así es, un auténtico dislate propio de repúblicas bananeras. Por otra parte, nos obliga a todos los demás a seguir estudiando y probar suerte en el siguiente examen, lo que ocurrirá cuando les salga de las narices fijar una fecha definitiva.

Yo me he presentado a las dos últimas, con suerte dispar. En la primera aprobé, pero no obtuve plaza. En la segunda ni siquiera he pasado el corte. Ahora ando preparando el tercer asalto, que se supone será en Mayo… o no. La cuestión es que hay que estudiar, y esto mina aun más mi poco tiempo de asueto disponible.

Viviendo sin Windows

El asunto éste de la actualización maldita de Windows 10 que, al parecer, borra algunos de tus archivos personales lo he vivido de lejos. Con más sorna que otra cosa, para qué engañarnos. Hace algunos meses que prescindí de mi partición con el sistema de Microsoft después de cargarme el arranque cuando hacía una prueba con openSUSE. Traté en vano de recuperarlo. Bueno, tampoco lo intenté con todas mis fuerzas, siendo sincero, pero el caso es que no lo logré.

Desde entonces vivo en Linux Mint 18.3, con un Windows virtualizado que no he necesitado utilizar todavía. Intenté quedarme en la última versión de la distro, la 19, pero había un error muy grosero que me lo impedía… y, ¿sabéis qué? ¡Ni siquiera lo recuerdo! Sin pensármelo dos veces me bajé la versión anterior y me quedé tan pancho. Me ha sido sencillo habituarme porque ya no juego con el ordenador desde que entró una Playstation 4 en casa. No merece la pena, para echar cuatro ratos al FIFA, mantener Windows en el equipo cuando en la consola corre un millón de veces mejor. Perdón si exagero, es que soy andaluz.

Hasta ahora (toco madera), todo lo que he necesitado lo he encontrado y me ha funcionado a la perfección. Mención especial para Plex, que nunca había conseguido hacer andar a plena potencia en ninguna distribución Linux. Ahora lo disfruto a tope viendo series en la tele del salón, sin que haya tenido que recurrir a ReadyMedia, por poner un ejemplo, la cual en mi opinión es bastante inferior, sobre todo en cuanto a estética y debido a la carencia de seguimiento de capítulos vistos.

Linux Mint 18.3
Honor a las viejas costumbres: mi escritorio actual

¿Curado del distrohopping?

Rehabilitado, diría yo, porque esto curarse, no se cura. Aunque ahora no tengo tiempo material para esas cosas. Cuando sale alguna distro que me despierta la curiosidad, me la instalo en Virtualbox. No suelo durar ni quince minutos con ninguna. Lo tengo todo ya muy visto. La última, Elementary OS, me ha dejado frío. Pero si es lo mismo de siempre, con los errores de siempre y más lenta que el caballo del malo… ¿Qué me estáis contando? ¿Tanto tiempo de desarrollo para esto? Y que me perdonen los fans de la distro (si todavía me lee alguno), sobre todo mi querido amigo José Miguel, este arrebato de sinceridad. Maticemos, por supuesto, que es una experiencia personal en un equipo con tarjeta NVIDIA y más años que un bosque, pudiendo diferir por completo de la de otras personas.

La tomo con Elementary como podría tomarla con Ubuntu, la cual probé en su versión 18.04 solo para descubrir que llevaba a cuestas el error de incremento de la basura en memoria de Gnome. Al rato de haber iniciado el equipo ya se iba el uso de la RAM por las nubes. Y esto en Ubuntu LTS, que se supone un producto pulido. O con la última openSUSE, donde no pude pasar del instalador, ni usando el DVD ni usando el CD en vivo, por distintos errores inexplicables. De Chakra y demás “distros que amé”, solo me queda un bonito recuerdo. Actualmente no está al día y nunca volverá a estarlo. Supongo que tiene que ser así.

Visto lo visto, mi consejo a los padawanes linuxeros modernos es que prueben hasta encontrar una distribución que funcione en su equipo y no se muevan de ahí. Lo demás es, como decimos por aquí, “un pa ná”.

Planes para el blog

Pues, en resumidas cuentas, mis planes son… seguir como hasta ahora. Escribí aquel artículo acerca de la decadencia de los blogs y el tiempo parece empeñado en darme la razón. Algunos van dejando de publicar, otros solo se dedican a noticias chorras, otros han cambiado de formato y se han decantado definitivamente por el podcast. La blogosfera linuxera no es ni la sombra de lo que era. Mira quién fue a hablar, ¿verdad? De sesudos y concienzudos análisis a criticar a una distribución casi gratuitamente. Pues miren, sí. Para esto hemos quedado.

Colaboratorio, por desgracia, sufre del mismo mal: la falta de tiempo. En los inicios del proyecto pensé, erróneamente, que varias plumas podrían compensar este problema, pero al fin y al cabo ha terminado siendo igual. Somos más, eso sí, pero ninguno tenemos tiempo o ideas para escribir con la frecuencia que sería deseable.

Para terminar, volviendo al blog, en realidad sigo empeñado en hacer de este espacio algo más personal, que trate más de mí y mis pensamientos o aficiones y menos de Linux. Pero como os comentaba antes, el tiempo libre escasea y por eso voy a continuar sin fijarme metas demasiado ambiciosas. Al menos hoy, con este artículo, retomamos el contacto.

Cuídense ustedes mucho.

La foto de portada es una obra original de Nick Youngson y aparece por cortesía de Alpha Stock Images, bajo licencia Creative Commons 3.

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